martes, 5 de julio de 2011

Nos confundimos


Para lo que tú me quieres,
no te hago falta yo.
Nos confundimos.

Yo a ti con un reloj parado
y tú a mí con un recreo sin timbre.

Me confundí yo, y de qué manera,
creyendo ver lazos y papel celofán rodeando tus brazos
mientras me acariciaban las piernas,
o escuchando mi vello estremecerse
de una manera inusual,
distinta.

Nos confundimos.

Sobre todo yo, que quise ver
una mirada cómplice en lo que sólo era
una sonrisa gamberra (también genial),
y en un par de “nos”, otra cosa bien distinta
al “tú” y “yo” que nos define o definía.

Me confundí yo, (de qué manera),
y tú no menos, te confundiste conmigo
y te confundes.
(Aun leyendo esto es fácil
que lo yerres).
Y aun así, te debo un “gracias”.

Pero la culpa es mía,
como la última palabra.

Para lo que tú me quieres,
yo… no te hago falta.


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