martes, 26 de febrero de 2013

Siempre supe


¡Eureka!
La canción de Andrés Suárez me recordó algo que escribí hace mucho y no lo encontraba. Me ha costado horas y revolver decenas de cuadernos, pero aquí está.
¡Qué cosas! ¡Qué entrañable me parece por sentirlo tan lejano, tan de otra!
Melancolía, quédate donde estés, que no te echo nada de menos... :)



Siempre supe
que tú no eras el hombre de mi vida,
pero ¿qué te costaba disimularlo?

¿Qué más te daba bajar la tapa,
escribirme al día siguiente
o acordarte
de llamarme por mi cumpleaños?

¿Tanto esfuerzo te llevaba
fingir que también pensabas
si nuestros hijos
tendrían tus ojos o mis ojos,
mis labios o los tuyos
o que igual daba,
porque serían guapos por ser nuestros?

Ni a mentir como Dios manda
te dignaste,
ni a jugar a que jugabas
(tonta yo, que te hice un cuento);
Ni me amaste (ni de lejos)
ni lo ocultaste,
ni volabas conmigo
ni te dejaste
enseñar.

Tú no eres de los que vuelan.
De los que aprenden tampoco.
Siempre lo supe.

Supe siempre
que tú no eras el hombre de mi vida…

aunque preferí hacerme la loca
y te quise igual -o más- que si lo fueras.

viernes, 15 de febrero de 2013

Mejor


Mejor así los dos.
Mejor que antes.

Menos mal
que el resto de “ojalás”
no se cumplieron.

Qué bien que nuestros ce uves
estén repletos de becas,
prácticas en otros cuerpos,
contratos de obra y servicio
en otras vidas.

Mucho más mejor así,
tú, yo y ahora.

Qué suerte
que tardáramos siglos
en encontrarnos.

Qué acertado que el destino
al que tanto maldecimos a deshora
nos encuentre justo ahora
que ya no nos queda nada
que aprender.

jueves, 14 de febrero de 2013

Desempaquetémonos! Feliz San Valentín!!


Este post ha vuelto a traerme de cabeza este año. Ya es costumbre.

Llevo días pensando que no puedo añadir nada al post de “San Valentín” del año pasado, pero sí, sí que puedo, y además quiero.

Quiero compartir con vosotros la cada vez más trabajada y preocupante incapacidad que tenemos para amar. Y no hablo sólo de Cupido en estas letras.

Hablo de querer a la gente por lo que es y no sólo por aquello para lo que nos sirve y cuando nos conviene, de la amistad leal, generosa y desinteresada, de enamorase de algo más que de un cuerpo.

Hablo de cuidar incluso cuando el sexo es sólo sexo (es el sexo de una persona, no lo olvides), de preguntarnos antes de actuar si podemos herir, de tener en cuenta las consecuencias de lo que hacemos más allá de lo que nos afecta.

Hablo de quitarle el polvo a las palabras que guardamos en el fondo del cajón, de reconocer que a veces también fallamos y de perder el miedo a expresar lo que sentimos y a sentirlo.

Hablo de que nos importe algo más que nosotros mismos, y de importarnos también nosotros, pero bien.

Ya sabéis que no soy mujer “de San Valentín y cumpleaños feliz”, no me gusta el “amor empaquetado” (miro a mi alrededor y veo más conveniencia, comodidad, interés, traición y temor que AMOR. Ese tipo de amor me da urticaria, mucha pena y nada de envidia, como comprenderéis).

Así que mi propuesta para hoy es la siguiente: ¡desempaquetémonos!

Desempaquetémonos para el cartero, la cajera del supermercado, el señor del quiosco y el frutero, para esa persona a la que no nos atrevemos a dirigirle la palabra, y sobre todo, para quien comparte la vida con nosotros, la familia, los amigos…

Recuperemos lo valioso, lo importante, la identidad con conciencia, el amor limpio, la entrega incondicional, y que no se nos olvide que además de un “yo” hay un “tú”, un “nosotros” y un “ellos”.

¡¡Que no se nos pegue el papel charol al cuerpo!!

No nos hace falta y nos priva del tacto natural, de entregar simplemente lo que somos.

Querer a alguien no es echarle el lazo. Es más bien quitarse el propio.

El regalo ya somos nosotros. Como alguien me dijo hace poco: “no les demos a los demás una oportunidad, démonosla a nosotros mismos”.

Feliz San Valentín, ajironad@s. 


martes, 12 de febrero de 2013

Temprano


No era pronto.
Ni tarde.
Era temprano
(que es completamente
diferente).

Y eso fue lo mejor
porque nos daba tiempo
para todo.

Para ordenar las perchas
sin ninguna prisa.
Para callar y no
precipitarnos.

Para probar quizás
a emborracharnos
y esperar que llegara
el unicornio.

No era pronto.
Ni tarde.
Era el momento.

Sólo necesitábamos
perder el miedo;
cerrar los ojos
y no desperdiciarlo.

sábado, 9 de febrero de 2013

Indomable


Fierecilla indomable,
gata que ronronea.
¿Quién la sabe?

Tigresa, colmillo fino,
zarpa que araña y rompe.
¿Quién la puede?

Animal de costumbres,
soledad que la vela.
¿Quién la quiere?

jueves, 7 de febrero de 2013

La sentencia


La culpa fue de un desalmado dios:
el que creó dos géneros
con sexo.

En el mismo principio de la historia
está su fin.

Nos condenó por siempre a disfrutarlo
otorgándonos a cada uno
una forma diferente de entenderlo
y hasta la incapacidad para sentirlo.

Comisionó a médicos y psiquiatras
para que lo recomienden por saludable
para cuerpo y alma;
básico,
fundamental
para estar vivo.

Y lo hizo placentero
con malicia.
Lo ideó bueno con saña,
para que creara dependencia
y hasta vicio,
nombrándolo
(primer sarcasmo de la historia
del hombre)
pecado capital.

En su creación macabra,
aún no contento,
ordenó que acelerara los latidos,
que hiciera a la piel sudar
y a la boca buscar la boca ajena;
que obnubilara la mente
y revolviera inevitablemente
el corazón.
Eso fue lo más cruel de todo.

Y se sentó a mirar,
ya complacido,
cómo arruinaba el amor
(propio y ajeno)
este placer caduco,
cómo enredaba la vida
de esta raza
que le permite dirigir el mundo
a su capricho.

En el último instante,
con el fin de eludir su crimen
inhumano,
el despiadado dios
nos dio cabeza:

“…y así sólo vosotros seréis
por siempre
los únicos responsables
de vuestros actos”.

En el mismo principio de la historia
está su fin.

lunes, 4 de febrero de 2013

Cementerio de picas


Esto que sólo se parece a un corazón
fue en otro tiempo campo de batalla
donde se libraban guerras
cuerpo a cuerpo.

Sudor y sangre regaban la tierra,
siembra de respiraciones agitadas,
ruidos de espadas y chocar de escudos.

Eso solía ser
cuando latía
esto que sólo parece
un corazón.

Ahora no es más que tierra baldía,
árida, seca,
cementerio de picas con cabezas
que sólo visita el viento
el día de muertos.