jueves, 16 de octubre de 2014

¡¡Fiesta de pijamas!!


¡Cuélate en mi cuarto!
 
Reserva de entradas en el correo artedesmayo@gmail.com o llamando al 91 469 26 34.
 
 

viernes, 5 de septiembre de 2014

Pero sus ojos...


Habrá que tomarse la vida de otra manera,
pero sus ojos…

Habrá que hacer de tripas corazón,
pero sus manos…

Habrá que desmontar  los decorados,
pero sus cartas…

Habrá que hacer borrón y cuenta nueva,
pero su nombre…

Habrá que empezar de cero, sí,
habrá que morir y que nacer de nuevo
y reencarnarse
en algo inerte que no pueda pensar
y que no sienta,
que no sepa temblar, ni suspirar, ni llore,
que no se duela. Ya…

Pero mi historia…
 
 

sábado, 30 de agosto de 2014

Tenemos miedo

Tenemos miedo a no ser suficiente,
a que no nos quieran,
a terminar solos.

Tenemos miedo a que nos despidan,
a que nos corten la luz,
y nos deje tirados la gasolina.

Tenemos miedo a que nos falten los padres,
a no dejar descendencia
y a dejarla,
a no cumplir las costumbres
y no saber al dedillo
todas y cada una de las prohibiciones.

Tenemos miedo a suspender
y a repetir.

Tenemos miedo a los insectos
y a volar.

Tenemos miedo a pasar desapercibidos,
a intentarlo y fracasar,
a sobresalir y que se note.

Tenemos miedo a quedarnos sin cobertura
a que se nos agote la batería,
a no encajar,
no estar “in” y no ser “cool”
ni saber qué significa

cuando lo que debería acojonarnos es morir
antes de poder gritarle al mundo
que mandamos los miedos al carajo
y nos quedó algo de tiempo
para vivir un poco.





jueves, 28 de agosto de 2014

Llegados a esta coma


Yo que te inventé diana y te acerté,
que te escribí versos de todos los colores,
que te acaricié la vida
y te saqué cosquillas donde duele;

Yo que te acerqué la luna
y te alejé las penas,
que te regalé todos y cada uno de mis defectos
y te prometí buscarme las virtudes;

Yo que te quise en todos los idiomas,
que te desprecinté los miedos
y te desgarré la ropa,
que te desvelé mis contraseñas
y te di unas llaves;

Yo que adiviné tus pistas
y te descubrí el camino,
que te descosí las ganas
y te acuné en silencio,
que desempolvé tu risa
y te pinté de espadas
y de azul.

Yo,

llegados a esta coma ya no recuerdo
a quién de tantos le estaba escribiendo
este poema.


martes, 26 de agosto de 2014

Gracias!



Gracias por vuestra generosidad, por dejarnos disfrutar esa noche tan bonita con vosotros
y por hacer que os disfrutáramos tanto.
 
Sois muy grandes, Rozalén, Ismael Guijarro, Beatriz Romero y Samuel Vidal.
Admiración absoluta.
 
Y gracias al impresionante Ángel Robledillo, a la ADC Milcampos, a Gus Alves por la foto 
y al público tan maravilloso que consiguió que no olvidemos nunca ese ratito.
 
En breve vídeos de nuestro granito de arena.
 
Abrazos
 
 

viernes, 22 de agosto de 2014

El sábado 23 teloneamos a Rozalén!!

Milagros de la vida...

Mañana sábado 23, Rozalén con Ismael Guijarro a la guitarra, tocará en Milagros (Burgos), y para allá que vamos Ángel Robledillo y servidora a  telonear a esta "artistaza de los sentidos" con unos minutitos de reci-conci para entrar en calor.

Gracias a la Asociación Cultural Milcampos por hacerlo posible.

Nos vemos allí!!! (con una rebequita..)

 
 


miércoles, 20 de agosto de 2014

Te enseño sólo mis piernas escalera


Te enseño sólo mis piernas escalera
para que pienses que es fácil llegarme,
y mis lunares,
para que te parezca sencillo el camino.

Pero escondo
bidones de gasolina en los armarios,
gusanos retorciéndose en mis tripas,
improperios debajo de mi falda,
maldiciones detrás de mi sonrisa.

Practico el hábito insaciable
de destrozarlo todo,
(a veces, hasta lo que más me importa)
y de sentarme a mirar cómo me quitan
lo poco que aún me queda, sin correr.

No cuento de mis manías,
de mi gustosa -por descarte- soledad,
ni aviso de lo difícil
que te resultará hacerme feliz más de unos días;
no  presumo de saberte 
las horas contadas. Callo
que la luna en mi cuerpo no para de menguar.

No te advierto que puedo ser letal.

Sólo te enseño mis piernas escalera,
y así, a primera vista,
no te parecen tan inalcanzables
mis peldaños.

domingo, 17 de agosto de 2014

¡A las almas!


¡A las armas!
¡A las almas!
¡A los fondos de todas las formas!
¡A la barricada en cada verso!
¡Al centro mismo de todos los miedos!
¡A la verdad que espera ser escuchada!
¡A lo desnudo hasta lo transparente!
¡Al infinito instante del ahora!
¡A lo que importa!
¡A lo que somos!
 
Y si no, poetas,
y si  no…
 
Si no, al silencio.
 

lunes, 21 de julio de 2014

Te cuenten lo que te cuenten


Te cuenten lo que te cuenten,
no te quiero por descarte.
Lo que quiero es no contar detrás de ti
más que contigo
gaviotas o cigüeñas,
granos de maíz, minutos
que falten hasta que vuelvas,
versos desafinados,
letras con sierra,
cosas
que sigamos llamando “no sé qué”.

Contar contigo las eses y las zetas,
las copas que llevamos y el dinero que no,
las veces que nos colamos en las fiestas,
las lunas de cartón,
las olas.

Que no quiero contar detrás de ti, 
más que contigo
los techos estrellados de los ascensores,
sábanas que frotar,
pelos de punta,
los dientes que deja al aire la risa,
las trampas que dejamos de ponernos,
los que se alegrarán
y los que no.

Si tengo que descartar descarto
contar detrás de  ti
si no es contigo
el cuento en el que tú acabas conmigo
y nos contamos las canas
y victoria.


sábado, 12 de julio de 2014

En parte y en absoluto

Os comprendo en parte y en absoluto
cuando la odiáis así.
Yo también intento odiarla
(prescripción facultativa)
al menos tres veces al día,
antes del desayuno, comida y cena,
y algunos días casi lo consigo.
Es imposible no querer odiarla
cuando aparece,
con su foco portátil,
con esa imperfección tan perniciosa
que a partes iguales la quieres y la matarías;
con su sonrisa de viento de huracán
que te despeina
o te despeña,
o  lo que se le antoje.
Os comprendo cuando la vestís de trajes verdes
para daros después cuenta
de que no hay color que no le quede bien a la maldita;
cuando reprimís las ganas de aplaudirle
y le giráis la cara.
No es fácil sostenerle la mirada.
Ya lo sé.
Comprendo  que queráis odiarla y que la odiéis
si os mira y os sonríe,
y mucho más aún cuando no os mira,
ni os sonríe,
y por encima de todo,  si no os quiere.
Os comprendo en parte y en absoluto
cuando la odiáis así.

Yo, algunos días, casi lo consigo.
 

jueves, 19 de junio de 2014

Iluminada


 
Un buen día alguien me regala un libro en blanco. Año y medio después me atrevo a abrirlo.
Quería llenarlo sólo de cosas IMPORTANTES, y semejante demora sólo me alumbra lo vacíos que podemos llegar a sentirnos, lo estemos o no.
Es la enfermedad del siglo: la exigencia, la ceguera, esta patética incapacidad para reconocer el valor de las cosas. Porque los laberintos no están sólo en los jardines. También se puede naufragar rodeado de gente, en pleno centro.
Con la sensación de quien ha visto pasar seis vidas y se reserva la séptima para la gloria, donde no coinciden “suficiente” y “necesario”, me doy cuenta de que tenemos todos los medios, pero ningún maldito entero. Coleccionistas de mitades, rezando a un dios dormido para que llegue la intensidad infinita de las películas que duran hora y tres cuartos.
La misma historia de siempre: que a mí los “siempres” nunca me funcionan.
Siempre me emocionaron más los desencuentros, los “pudo ser”, los revolcones de recuerdos inventados, los imposibles.
Nos supera, supongo, el miedo a preguntarnos a nosotros mismos, así que “todo  bien”.
Pero la soledad, no nos engañemos, no es un destino con demanda. Allí siempre es temporada baja, por eso el viaje es gratis.  “Casi todo” incluido.
Cualquier alternativa tiene precio. E intereses de demora, y cláusulas de amortización anticipada. Riesgo, al fin y al cabo.
Valor nunca. Ni  siquiera juntamos el que hace falta para tomar los mandos de la nave. Piloto automático. Abróchense los cinturones y déjense llevar. Siempre podrán echar la culpa a su horóscopo o a su ascendente.
Siga buscando.
A veces lo tienes delante y no lo ves.
A  veces te tienes delante y no te ves.
A veces lo ves, pero no sabes que lo estás buscando y pasas de largo. Pasas. Con ese paso tan rápido que siempre da la impresión de que te están persiguiendo, cuando lo cierto es que, sencillamente, huyes.
Huyes de los días, que celebras cuando pasan, aunque te quejes del paso de los años.
Huyes desde tu sofá, desde tu cama, a toda prisa.
Cruzas los dedos para que no te descubran, por si te despiertan y te anuncian que estás vivo. Por si  te adelantan que, al final de la peli, el malo eres tú. ¿Quién quiere oír que tienes lo que te mereces? ¿Que tú eres tu obsesión?
Lo siento, amigo. Ni siquiera eres el protagonista. Relájate y disfruta.
Sencillamente eres uno más. Quítate importancia. Permítete aprender, equivocarte, arriesgar. Acepta tus miedos, tus migajas. Libera presión.
Permítete sentir para reconocerte y avanzar, no para correr en círculos como gato persiguiendo su propio rabo.
Olvida las canciones después de bailarlas, y las poesías después de leerlas (querida poesía, donde quiera que estés, descansa en paz).
La vida, señores, no entiende de tanta retorcida metáfora junta intentando significar algo.
La vida simplemente es simple. (Todo es importante. Nada es importante.)
La vida simplemente es.
Como nosotros, si nos decidimos a dejar de vender nuestras almas al diablo, esperando que llegue, como tierra prometida, ese momento en el que “de repente, ocurre”.
...
Ya está ocurriendo. Contigo o sin ti.
Baila conmigo.

 

lunes, 3 de marzo de 2014