sábado, 12 de julio de 2014

En parte y en absoluto

Os comprendo en parte y en absoluto
cuando la odiáis así.
Yo también intento odiarla
(prescripción facultativa)
al menos tres veces al día,
antes del desayuno, comida y cena,
y algunos días casi lo consigo.
Es imposible no querer odiarla
cuando aparece,
con su foco portátil,
con esa imperfección tan perniciosa
que a partes iguales la quieres y la matarías;
con su sonrisa de viento de huracán
que te despeina
o te despeña,
o  lo que se le antoje.
Os comprendo cuando la vestís de trajes verdes
para daros después cuenta
de que no hay color que no le quede bien a la maldita;
cuando reprimís las ganas de aplaudirle
y le giráis la cara.
No es fácil sostenerle la mirada.
Ya lo sé.
Comprendo  que queráis odiarla y que la odiéis
si os mira y os sonríe,
y mucho más aún cuando no os mira,
ni os sonríe,
y por encima de todo,  si no os quiere.
Os comprendo en parte y en absoluto
cuando la odiáis así.

Yo, algunos días, casi lo consigo.
 

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