domingo, 14 de febrero de 2010

Con los ojos clavados en el suelo



No quiero oir hablar de ti. No quiero verte
ni sentirte tirando de mi mano.
No quiero olerte en las almohadas, ni nombrarte.
No quiero soñar contigo, ni soñarnos.

Me niego a reconocerte en más personas
con cara de felices y ojos llenos.
Prefiero no encontrarte, ir caminando
con los ojos clavados en el suelo.

Te llamé una y otra vez... y no viniste.
Grité, por si no alcanzabas a escucharme
y encendí todas las luces de mi casa
para que no tardaras mucho en encontrarme.

Te disfracé en muñecos, maniquíes,
sólo por la ilusión... Fingir que estabas...
Fingí que me tirabas de la mano...
Fingí que me impregnabas las almohadas...

Ya no más, no quiero más, ya no te quiero.
Me cansé de esperarte en la ventana.
Ya lloré tu ausencia. Ya no finjo.
Ya me coloco en el centro de la cama.

Ahora ya no vengas, no me busques,
no te cuelgues de mi brazo, no me escribas.
Ahora soy yo la que no te quiere, ¿estás oyendo?
No intentes convencerme, no me sigas.

No me lo expliques, no quiero entenderte.
No me queda paciencia, no me alcanza.
La gasté toda tratando de encontrarte,
siempre buscándote por donde nunca estabas.

Como migas de pan, por no perderme,
dejé trocitos de mí por el camino.
Pero no tardaron mucho en devorarlos,
¿cómo vuelvo si no sé cómo he venido?

Apenas quedo yo como era antes,
con cara de feliz y ojos tan llenos.
Apenas quedo yo... y es culpa tuya.
Ya no vengas, AMOR. Ya no te quiero.

viernes, 12 de febrero de 2010

De piel adentro



Me da miedo decirlo y que no se entienda.
Gritarlo y que no se escuche.
Llorarlo y que no se seque.

Me da miedo.

Me da miedo soñarlo y que no pase.
Creerlo y que no exista.
Perderme y no encontrarme.


Hace tiempo que me siento un poco sola, de piel adentro.

He notado que mi risa viene de otro sitio, no sé de dónde, pero es distinta, como si no fuera mía, y a veces me da un poco de miedo que se desboque y se ponga a gritar una por una las verdades que me guardo, de piel adentro.

Desde hace varios días siento lágrimas que se agolpan, una a una en fila india, todas detrás de la primera, que no termina de decidirse y no se asoma.

No sé qué pasa, qué no pasa.

Sólo sé que, cada vez más a menudo, me siento un poco más sola, de piel adentro.

Me paro un rato cada día a mirarme el corazón, como en un experimento.
Se me arruga. Me da pánico aceptarlo, pero mengua, brilla menos.
Se está secando mi fértil y otrora vivo corazón, que de no amar como sabe, se desacostumbra y se anquilosa.

Así me extingo, me evaporo, me deshago y nadie sabe...
lo que duele vivir sola,
con un solo corazón,
de piel adentro.