Mil vueltas.
Son las que le he dado a este post, que se ha convertido en una especie de auto-análisis, de examen, de prueba de evolución.
Y este año he aprendido tantas cosas, que no sé cómo hilarlas entre sí.
He aprendido que no necesito cosas que creí necesitar;
que los recuerdos no se reciclan, y es mejor deshacerse de ellos cuando dejan de servir;
que la palabra "no" significa sencillamente "no";
que la seguridad como pose puede hacerte aún más vulnerable;
que tengo miedo y que no es malo;
que yo soy yo y lo que algunas personas sacan de mí (y esto es absolutamente maravilloso);
que mi estado natural es la felicidad, incluso sola (tendríais que verme por casa...);
que la obsesión y el auto-engaño no son amor, que son enfermedad;
que cuando dije "estoy preparada", estaba equivocada;
que soy mucho más complicada que algunas personas, lo cual no significa necesariamente que sea complicada;
que si yo pongo la magia, a cambio me gustaría que aprendieras a nadar *;
que sigo sin saber medir (y presumo de ello después de levantarme cada vez);
que el que da más, gana más que el que más recibe;
que cada uno, a su manera, lo hace lo mejor que puede;
que todo lo que pasa, a la larga, es lo mejor que puede pasar;
que para seguir adelante, antes hay que perdonar y perdonarse
y que tengo millones de razones por las que dar las gracias.
Y tú, ¿qué has aprendido este año?
Quereos, cuidaos y compartíos.
Hoy, mañana, pasado mañana y al otro.
Feliz San Valentín.
(*)Aprender a nadar