Temporada otoño-invierno.
Se va a llevar el amor,
de complemento.
No de básico,
sino más bien de accesorio,
fondo de armario,
de lo que hay que tener siempre,
aunque ni siquiera le quites
la etiqueta.
Igual que ese traje azul
para las bodas,
los zapatos de salón
y el collar de perlas falsas
para los cócteles
a lo que nunca fuiste
y nunca irás.
De lo que compras sólo por tener uno
y estar tranquilo,
(y acompañado, sólo cuando toque)
aunque cuando de tarde en pronto te lo plantes,
te canses
y lo vuelvas a empaquetar.
Lo que se lleva este año es el amor,
de complemento, de chino, de placebo.
De lo que hoy en día, nadie necesita
(ésa es la moda)
y si hace falta, se tira de cajón.
Sois tan libres y tan independientes
que andaríais desnudos por la calle
si no fuera
por tanta vergüenza que toca esconder
y tanta herida que hay que maquillar.
Nunca estuvisteis tan evolucionados.
¡Orgullo de especie vuestra
que ha conseguido,
que para sobrevivir
ya no haga falta amar!
Y en una cama vacía,
las imitaciones son tan aparentes,
que por el original quién quiere
pagar de más...
Para los animales es muy distinto.
No nos preocupa eso de “sobrevivir”.
Preferimos desvivirnos amando aquello
por lo que valga la pena querer morir.
En pleno siglo de oferta, chollo y “outlet”
(“señora, que me lo quitan de las manos”)
del amor de complemento
con “discount”,
yo, animal de costumbres, sigo buscando
si ha de ser, de contrabando,
el de verdad.
Me lo vestiré para marcar tendencia,
y os lo aviso:
en primavera-verano,
arrasará.