jueves, 30 de agosto de 2012

Atrás



(“Si el pasado llama a tu puerta 
no le atiendas,
no tiene nada nuevo que decirte”).

Atrás.

Ahí,
colocadito o no,
ya a quién le importa.


Pero atrás
y sin que arrastre,
sin que pese
ni se recuerde de más.

Sin ninguna duda, atrás,
que no perdido.
Simplemente ahí,
junto con todas
las otras cosas que pasaron
y por algún motivo eligieron
ese preciso lugar para quedarse;

como libros leídos que no tienen
nada más que regalarnos
salvo dejarnos repasar la misma historia,
hasta llegar sin remedio al mismo fin.

Detrás
de lo que está atrás,
lo que no importa.

Mis ojos,
como mis pies,
rumbo adelante.

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