domingo, 25 de diciembre de 2011

Es posible

Cuando una farola en vela
me alumbra el juicio en la noche
puedo ver
que tú nunca me has querido para ti.






Entonces cierro los ojos
y camino a tientas las ciudades,
jugándome la vida en los semáforos,
sorteando coches,
y esquivando esquinas,
excrementos,
papeleras,
(sigo caminando, brazos al frente),
vallas,
alcantarillas,
escaleras…

Y así hasta que sale el sol y abro los ojos
(ahora puedo)
porque hoy es un día nuevo
y todo,
absolutamente todo,
(incluso que tú me quieras...)

es posible.


viernes, 23 de diciembre de 2011

Entre escaleras


Me he perdido entre escaleras por tu culpa.
Como en un cuadro de Escher.

¿Estoy subiendo? ¿Bajando?

Me resulta imposible quedarme quieta,
no buscarte sin tregua con la mirada
para preguntarte “¿y ahora qué?”.


Con cada escalón avanzo
(nunca camino hacia atrás,
de lado menos)
pero ni un cartel me avisa
de si me acerco o me alejo,
ni de hacia dónde voy
ni hacia dónde debería.

Mi mirada se acostumbra a no encontrarte,
pero si me quedo quieta me mareo.

Por tu culpa,
yo me quedo a vivir entre escalones,
perdida
en estas escaleras imposibles.

martes, 20 de diciembre de 2011

Armaduras


“Cuando dos personas que llevan armadura intentan abrazarse, chocan”, dice mi amiga.

Y está en lo cierto.

Son armaduras invisibles, corazas hechas de miedo y de rencores que no salen con lejía.

Por más que nos desnudemos para anudarnos más fuerte, ahí siguen, vistiéndonos las dudas, los anhelos, los “si fuera…”

La intención es sólo defenderse, (incluso de ser felices), mas si hay que atacar… se ataca, como maniobra preventiva, aunque no tenga sentido herir lo que sin remedio quisiéramos cuidar.

Todo sigue ahí, como siempre, a los pies de la cama o en un signo de exclamación sin intenciones (sin vida).

Ahí seguimos, como siempre, cansados, alterados, enemistados con nosotros mismos, pagando los platos rotos con el otro.

Y aquí sigo, como no sé hasta cuándo, con el cabo de esta cuerda suelta entre mis manos, esperando que tires otra vez para poder volver a chocar contigo…

jueves, 15 de diciembre de 2011

Paso a dos


Hoy he soñado que bailaba contigo
un paso a dos,
así,
sólo medianamente coordinados,
improvisando al compás de unos acordes
sin ritmo
que ni siquiera escuchamos.

Me mirabas a los ojos,
así,
como me miras tú sólo,
con apenas una palabra en los labios:
“¿Bailamos?”,
con esa fingida seguridad tan entrañable
con la que me tratas siempre.

Y yo, sin dudarlo, bailo contigo.

Bailamos.

“¿Bailamos?”, me preguntabas,
así,
con el brazo extendido, palma arriba.
No te quedó más remedio que contar conmigo.

Porque para bailar
así,
de esa manera,
con alas en los pies
(como yo bailo),
mirándonos fijamente,
sin hablar…
me necesitas.

Hoy he soñado que bailaba contigo
un paso a dos,
y he despertado
con un par de alas rotas en los pies.

lunes, 12 de diciembre de 2011

domingo, 11 de diciembre de 2011

SINTIGO ya a la venta!!


Sí!
La presentación de "Sintigo" será en enero, pero por a si alguno le pierde la impaciencia, o quiere aprovechar estas fechas para hacer un bonito regalo, ya podéis comprarlo en la Sala Búho Real (dónde si no...), calle Regueros 5, de Madrid, que abre sus puertas a las 21:00 horas de lunes a domingo.

Y si no vives en Madrid, puedes solicitar tu ejemplar escribiendo a pedidos@jirones.com

Una vez más, gracias Darío!!


viernes, 9 de diciembre de 2011

"Clavados" de Raúl Peña

 
Cómo me gustaría haber escrito esto...

Muy pronto podréis disfrutar de las preciosas, atinadas y punzantes poesías de Raúl Peña.

Gracias amigo.


"Los dos tenemos los pies en la tierra.
Los dos tenemos los pies encallados.

¿Por qué yo pienso siempre
que tú vuelas?

Tú no vuelas,
porque yo no te acompaño.
Y no te busco de acto.
Pero tú tampoco a mí.
-No de acto al menos-

Y eso lacera tus pies,
y te los ancla a la tierra.

Yo debiera ser el primero,
mas si no lo estoy haciendo,
tú debieras ser la primera.
Y si no lo estás haciendo,
aquí quedamos,
clavados a la tierra.

Y es triste ver las nubes,
y recordar lo volado.

Y es triste ver qué sucede,
porque ni tú,
ni yo,
damos un mal paso."


jueves, 8 de diciembre de 2011

Pájaros muertos


Conozco mil ciento cuatro formas
de echarte de menos.

Compro un billete, vuelta abierta,
a mis recuerdos,
antes de que caigan pájaros muertos
desde el cielo
y abro con mimo el portón de tu sonrisa callada.

Entro despacio.

He de buscarte, descalza,
a ratos sobre piedras, hierba o brasas,
retirando las ramas enredadas de los cipreses tristes
que me dan la bienvenida con respeto.

Te encuentro.

Me esperabas...
y sonríes.

Mas no alargarás tu brazo hasta mi brazo,
no me invitarás a que me quede.
Dejarás que me vaya, o me harás ir.

Te echo de menos. Mil ciento cinco.

Extraño nuestros pedazos de vida entre corchetes,
bajarnos de nuestros trenes en marcha sin que nadie se dé cuenta
y perdernos por las calles donde nadie nos conoce.
Y no hacernos preguntas.
Y no contar el tiempo que nos queda.
Y ganarle la carrera a tantas cosas que nos pisan los talones.

Intentas convencerme de que esta casa de paja aguantará.

Quiero creerte, igual que quiero abrazarte: a ojos cerrados.

Te echo de menos. Mil ciento seis. A ti y mi entendimiento. Pero a ti más.

“Se pasará” me digo. “Sólo es un rato”.

De puntillas me alejo, y tú me dejas.
Salgo de tu sonrisa callada y cierro con llave.

Vuelvo al sitio que me toca. Ya me duermo.

Al otro lado del cristal de mi ventana, una nana sin letra me arropa el sueño.

En picado, mil ciento siete pájaros muertos empiezan a llover.


martes, 6 de diciembre de 2011

Por instinto


Si supiera, al menos, qué es lo que nos une…
Si pudiera adivinar qué nos separa…

Pero se me escapan las razones tras tus ojos,
se me dispara el pulso y te abro la puerta por instinto.

Me convierto en Alicia en mi mundo del revés,
sin miedo, en mi propio cuento,
donde no puede pasarme nada malo (estás conmigo),
de aventura en travesura,
surcando las montañas de tu pecho
y provocando el oleaje en tu pelo con mis manos.

Dejo (me dejo) que me busques las cosquillas
y te acaricio, por inercia, sin control.

Libero mil carcajadas, para no explotar por dentro
de la paz que me regalas, de año en año.

Nadie como tú consigue que toque el cielo en dos segundos.
Nadie, sólo tú, me hace caer en uno solo.

Si entendiera...

Pero este cuento es mi cuento,
aunque yo no sea quien lo escribe.

Yo sólo garabateo borradores
y ensayo el papel de lista ante el espejo.

Apareces entonces (siempre), de año en año.
Yo me asomo a mi balcón, como Wendy a su ventana,
y "ahí estás, perenne tú",
con un capítulo nuevo bajo el brazo,
rompiéndome los huesos, los guiones,
y mi cuerpo ya se niega a obedecer.

Mi mano corre al cerrojo, gira el pomo presurosa.

Te abro la puerta,
por instinto,
una vez más.

(No quiero dormir. No dejes que me duerma. No me dejes...)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Vivo


Vivo de amores prestados,
de cheques sin fondo,
de citas sin agenda
y números rojos.


Vivo de abrazos mancos
en la puerta de mi casa,
(aunque no todos),
de sueños sin rostro
y pesadillas con nombres y apellidos.

Vivo de pedir fuego a desconocidos,
de llamadas perdidas y camas separadas.

Vivo de recuerdos con orden de alejamiento
y de detergente y suavizante.

Vivo de estas letras con tarjeta de embarque,
de lágrimas sin pasaporte y cartas devueltas.

Vivo queriéndome yo, la noche que me toca.
Vivo lejos de ti y, sin embargo, (o quizá por eso) feliz,
porque no me falta nada.

Vivo del sol persiguiendo a la luna en mi cabeza,
de la magia de la música y de amigos generosos.
Vivo de la sonrisa y la risa que nunca pierdo,
de mi gata, que es capaz de amar mejor que tú,
y de tantas cosas que aún me quedan por hacer.

Me robaste muchas cosas, tú, ladrón de guante blanco,
pero con mis latidos no has podido.
No fuiste para tanto, qué pensabas…

Y con cada latido nuevo, vivo.
Y con cada latido nuevo, siento.

Vivo.

Y a pesar de lo que creas,
viviré.


martes, 29 de noviembre de 2011

Pinto, pinto, gorgorito...

“Pinto, pinto, gorgorito…
¿Dónde pongo este puntito?”

Y después de pensar mucho, decidí:

Lo coloqué entre tu cuerpo y el mío, justo al quedarte dormido en mi cama del revés.
A un lado tú, y al otro… todo lo demás y yo.

En ese preciso instante lo ubiqué, como mejor final de todos los posibles.

Antes de que despertaras, justo antes de que empezara la mitosis de los cuerpos, me vestí sin hacer ruido en mi cabeza y escapé sin despedirme por el balcón de mi cuarto para que no me siguieras, tú que no sabes volar…

En ese momento exacto, a reloj parado; antes de que se vaciaran las caricias, antes de los mensajes amables y aquella imagen perfecta, que es la historia completa y el resumen, a la vez.

Antes de que fueras a por tabaco (o en tu caso, a por valor) y no volvieras, me perdiste.

Ahí te dejaste las ganas de cuidar, junto a mis manos y las miradas que atraviesan paredes, entre mi ingenua generosidad y tu “no me importas nada”.

Después no hay más. Nada más. Nunca.

“Pinto, pinto, gorgorito…
¿Dónde pongo este puntito?”

Con pulso y mucho cuidado, entre índice y pulgar, sostuve el punto final…
y lo clavé.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Submarina


No sé si espero tu carta, aquella que debiste meter bien arrugada en la última botella de ron, y se quedó enganchada entre corales, submarina.

No sé si espero una disculpa o al menos una explicación, de ésas que siempre te inventas, en las que se tropiezan torpemente los planetas y al final la gravedad es la que tiene toda la culpa de lo nuestro. Yo asiento, mastico y trago.
Qué más me da que me mientas otra vez…

No sé si espero que te ruborices al mirarme, de vergüenza, o que te escondas y no encuentres quién te cubra, porque yo soy el espejo que te escupe a la cara lo que nunca fuiste, ni estás siendo.

No sé si espero que recuerdes que una vez, que se hizo larga, te esperé.

En realidad sí lo sé, y no lo espero.

Nunca he esperado (ahora tampoco) que lo entiendas.

Sólo espero poder disimular la pena que te tengo, quién me lo iba a decir,
por saberte tan lejos y tan pobre.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Decir adiós


Me resulta más que fácil escribir, he de admitirlo. Las palabras se agolpan en mi cabeza pero mis dedos las ordenan sin esfuerzo, como si sólo me hubieran crecido para eso.

Pero pronunciar algunas, es distinto. Las palabras se agolpan en mi cabeza, sí, pero mi lengua no es capaz de colocarlas en fila, porque ésta sólo me creció para besar.

Y aunque mi cuello nació para poder buscar la luna, a veces se despista y se me gira (como el imán de la vaca Francis con el que jugaba de pequeña en casa de mis abuelos), y me sorprendo mirando a lo que fue, observando las huellas que se pierden, los pasos que doy (que son todos y cada uno) y las formas silueteadas, difusas, de aquellos que dejé atrás; las historias que decidí que no se repitieran.

Decir adiós, pronunciar las cinco letras, nunca me resulta fácil. Me cuesta, me deja un sabor desagradable, como la nata en la boca justo en el último sorbo del café.

Pero se aprende.

No hagáis caso de mis gestos si me sorprendéis en una despedida. Quitadle importancia a las lágrimas, si es que las hay, o a mi mirada perdida llena de preguntas, porque las dejaré allí, sin respuestas, olvidadas. Obviad que tiemblo, o que mi mano busca una cara aún con ternura.

Creedme, nada más, si es que algún día me escucháis un “se acabó”, y quedaos plantados donde os pille, tierra, cemento, hierba, para que al menos pueda recordaros si a lo largo del camino, mi cuello vuelve a girarse alguna vez…


Fotografía de Pollobarba http://www.pollobarba.com

jueves, 17 de noviembre de 2011

Finales


Los finales siempre acaban en septiembre.
Se examinan en repesca,
salvados por la campana.

Hay finales suspensos, suspendidos,
que se presentan una y otra vez,
re(tri)pitiendo,
y otros que aprueban con nota.

Los mejores "finalistas" sólo aspiran a notable,
porque cuando un final es sobresaliente,
simplemente, no es final.

Matemática pura del sentimiento:
los finales perfectos son imposibles.

(Yo, que estoy acostumbrada a las matrículas de honor,
esta vez me pienso dar por satisfecha.
Me he ganado a pulso estas vacaciones
).


jueves, 3 de noviembre de 2011

El sexto sentido


Hubo un tiempo en el que disfrutabas de cuidarme
y mi sonrisa te procuraba paz
(esa clase de paz que hace mucho ruido,
porque lo mueve todo por dentro
y descoloca),
y me mirabas…

como se mira a un ejemplar de una especie ya extinguida
que de repente aparece en tu salón
y se acomoda en el sofá como si nada.

Hubo un tiempo en que tus manos
eran lo contrario al silencio,
y tu boca aprendió en la mía
cómo se besa un imposible.

Yo nunca me sentí más en casa que en tu abrazo
aunque estábamos siempre en tierra de nadie
como dos forajidos huyendo a toda prisa
a pesar de no haber hecho nada malo.

Tus ojos siempre ganaron la partida,
y a mí me tocaba hacer de digna perdedora y recompensarte,
dejando que me quitaras la ropa
como nadie supo hacerlo nunca más.

Hubo un tiempo (media estación, para ser exactos)
en que compartimos un vagón sin dirección
pero con mucho sentido. En total cinco.
El sexto no llegó a aparecer nunca.

Debe andar buscando en el baúl de los finales
uno que esté a la altura de nuestro orgullo
y por eso tarda.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Con un poco de suerte


Hoy voy a lanzar de espaldas mi moneda en esta fuente
y esta vez pienso gritar fuerte el deseo
para que se lo lleve el viento hasta la China.

Arrojaré al primer río que encuentre
aquella llave que nunca supe qué abría.
Quizás al que la encuentre le sirva más que a mí.

A la gitana del romero
le abriré cuando la vea mi camisa
para que lea en mi pecho y no en mi mano,
a ver si acierta.

Voy a comprar un cupón que termine en infinito
y sólo van a dar buenas noticias en la radio.


Sonreirá un sol amarillo en el mapa del tiempo del planeta
y la Osa Mayor me guiñará un ojo desde el cielo
(yo le agitaré la mano, con nostalgia).

Habrá tráfico fluido en las ciudades
y falso aviso de bomba en los colegios
para que todos los niños tengan un recreo más largo.

Ha de ser.

Hoy, con un poco de suerte, te me olvidas.

martes, 1 de noviembre de 2011

Quédate


Quédate,
que yo te abrigo el miedo hasta que salgan chispas en tus dudas.

Quédate hasta que llegue mañana, que se fía;
que nos sorprenda el futuro en esta cama haciendo nudo
en este “ahora” que le quita el brillo a todo lo demás.

Quédate amor, quédate, que aún queda sopa.

Quédate a vivir conmigo entre corchetes,
que yo ya te hice sitio en mis pestañas.

Quédate a mi lado, si no tienes planes.
Si te quedas, prometo mirarte siempre a quemarropa.

Quédate y salvemos lo que queda.
Quédate conmigo y te sujeto.

Rindámonos juntos a la de tres:
Un… dos… silencio…

No hay tres sin dos, y aquí solamente hay uno,
así que mejor me rindo yo primero.

Nada puedo pedirte. No es mi turno.
Sólo me está permitido mirarte a quemarropa de soslayo
y escribir en tu espalda sin que te enteres.

Una vez tú me dijiste “No te vayas”.

Ahora soy yo la que quiere que te quedes.


"Quédate en Youtube"


viernes, 28 de octubre de 2011

Sin argumentos


Hay quien dice que soy la de los versos en la boca, y otro alguien, que soy la de los ojos con cabeza.

Concluyo, pues, que lo que sostienen mis hombros es tan sólo un corazón sin argumentos, que llegó tarde al reparto de razones.

Eso explica a ciencia cierta por qué me sigo chocando con tu ausencia en cada esquina.

martes, 25 de octubre de 2011

Derechos reservados


Tengo los derechos reservados
de una parte de ti (una parte pequeña)
y no caducan.

Me los vendiste (pujé) a plazos.
Saldé mi deuda, intereses incluidos,
y eres mío
(una parte de ti, una parte pequeña),
como un fondo de pensiones que se espera
no cobrar en mucho tiempo.

Una parte de ti es mía,
la escondida, la secreta. Reconoce
que te gusta pensarte poseído, a salvo,
(una parte de ti, una parte pequeña)
entre corchetes, en espacio atemporal.

Tengo una parte de ti en mi patrimonio,
en los “haberes” que ya no se deben nada,
no se piden.

Te atesoro, escondido, entre un par de mis pestañas,
enmascarado.

Así de pequeña es esa parte de ti que es mi fortuna.

sábado, 22 de octubre de 2011

El calcetín


En la torre de Babel se ha perdido un calcetín.
Y yo, contigo.

Y tú conmigo buscando
terminamos de limpieza general,
colocando algunas cosas en su sitio,
tratando de despojarnos de lo que nunca sirvió,


encontrando bajo el polvo lo que nos mantiene vivos,
(voluntariosos esclavos voluntarios,
atándonos concientes las muñecas
en el país que no existe, kamikazes).

En la torre de Babel se ha perdido un calcetín.
Y yo, sonrío.


domingo, 9 de octubre de 2011

Esto no va de amor


Esto no va de amor.
Le suicidamos,
se nos ahogó en un punto suspensivo
y nadie le extrañó durante mucho
(sólo ahora que recuento, me doy cuenta
de que no me acompaña hace ya tanto…)

Esto no va de amor.
Es más perturbación que no se cura,
ni crece ni se va, patología.

Historial clínico de adicción contradictoria,
irracional, absurda, sin sentido.

Esto no va de amor, bien lo sabemos.

Es más una obsesión tonta e inútil,
con la que nadie gana (habita el hueco).
Maleta con cosas rotas que no sirven,
desprendiendo olor a rancio, por el tiempo.

Esto no va de amor. Va más de dados,
de polos que se atraen, de gravedades,
de viajes hacia el tiempo de lo que nunca fue,
de soledades.

De salmones sin río, de manos que se callan,
de dimensiones poco transitadas,
de misterios, de retos, de imposibles.

Esto no va de amor.
Es acertijo
de cuya solución estamos convencidos,
y cuando nos llega el turno, siempre erramos.

Esto no va de amor, va más de anhelos
que tienden a juntarse y si están juntos
no saben bien qué hacer.
Así de triste.

Esto no es más amor;
habita el hueco
pero no tiene sitio.

Nadie gana.


lunes, 3 de octubre de 2011

Lo nuestro


Lo nuestro es una casa en “Nosesabe”
con puerta de entrada, mas sin salida.
Es propiedad que nunca escrituramos,
pacto que ante terceros no valdría.

Lo nuestro es un estudio sin ventana
que con un par de alientos se caldea.
(Recordándonos dónde no estuvimos,
veinte imanes habitan la nevera).

Lo nuestro es un iglú sin radiadores
(por instinto se buscan los abrazos).
Lo nuestro es una cueva en la que a oscuras
pintamos las paredes con las manos.

Lo nuestro es una chocita de paja
tan bien entrelazada que hizo nido.
Lo nuestro es búnker, es lugar seguro
que pide santo y seña, clandestino.

Lo nuestro es una tienda de campaña
con camping gas sin gas. Se nos termina.
Lo nuestro es hormiguero, madriguera,
escondite, agujero, gua, guarida.

Lo nuestro es una cabaña de indios
sin pipa de la paz, señal sin humo.
Lo nuestro es caravana sin licencia
que improvisa un destino inoportuno.

Lo nuestro es una jaula con barrotes
unidos entre sí con plastilina.
Punto de encuentro con el desencuentro,
amor de contrabando, golosina.

Lo nuestro es pajarera sobre un árbol,
haciendo equilibrios en una rama.
Lo nuestro es un refugio al aire libre
(estrellas estrelladas, panorama).

Lo nuestro es sólo nuestro. Un poco tuyo
y otro poco de mí (más, si me apuro).
Lo nuestro sólo es nuestro, de nosotros.

Aunque pensado bien… no es de ninguno.


domingo, 2 de octubre de 2011

Encadenados


Sin violines esta vez, sólo lenguas de trapo empapadas en alcohol de quemar.

Quemando la angustia al ver la arena corriendo en los relojes y no saber atraparla con las manos.

Con las manos ciegas, atando cabos sueltos sin éxito aparente, ni resolutivo, al menos.

Menos de algunas cosas y más de algunas otras (que ni tú ni yo entendemos de medidas).

Medidas drásticas, remedios improvisados a males antiguos, aún latentes.

Latiendo tú, bajo mi cabeza revuelta, que escucha tambores de guerra sin violines.

Sin violines esta vez, sólo lenguas de trapo silenciando las miradas de siempre.



sábado, 24 de septiembre de 2011

Vienes y vas


Vienes y vas,
y yo me quedo en el medio,
en la "y" griega,
mirando distraída tu paso acompasado
de un lado a otro,
pero nunca terminas llegando a ningún sitio.

Desperezo mis ojos,
algo cansados por el tiempo,
y me parece verte desapareciendo en la distancia.

Volverás.

Y encontrarás mis ojos más cansados cada vez,
debatiéndose entre un recuerdo al que prefieren no tocar
y tú, que a ratos tanto te le pareces,
aunque menos por momentos.

Vienes y vas.
Te vas.

Y yo me quedo quieta en la "y" griega
porque ya apenas me importa que no vuelvas.



sábado, 3 de septiembre de 2011

Palabras desgastadas


Las palabras se gastan y se encogen,
se hacen pequeñas con el paso del tiempo,
como algunos sueños que se olvidan,
y algunas sensaciones que se escapan.

Las palabras caducan, se desfloran,
como los amores no correspondidos
o la picadura de una avispa
a cuyo dolor uno se acostumbra
por momentos.

Las palabras se mueren, 
como todos nosotros, 
y afortunado aquel que pueda llevarse 
un par consigo.

Palabras desgastadas que ya no valen nada,
como el tiempo perdido que regalo
para quien no me ve, mientras me visto.

Puede que por eso las pronuncie,
para que al darles vida
algo parezca vivo de algún modo,
más real (o algo, siquiera),
confiando en que se claven con fuerza
en la pared de mi cuarto
y se gasten menos.

Pero sale el sol, mi sol,
que las apaga
y decolora sus sentidos
mientras oscurece un par de manchas
en mi cama.

Así no hay quien elija los recuerdos.

Será mejor así.
Será mejor gastar vocabulario;
nada pierdo…
si todo lo que digo queda en nada.



Imagen: http://www.flickr.com/photos/loureirodaqui/311501544/

jueves, 25 de agosto de 2011

Salto libre - Pieza nº 27 de "Jirones"

 
Me tiré de cabeza y en picado.
Con aletas de buzo y escafandra, mi pijama de nubes de recién levantada y una maleta sin ruedas en cada mano, con adhesivos de Burgos y Segovia.
Como aun así no todo cupo, la cafetera, mi crema antiarrugas y tu retrato pendían de mi espalda, dentro de la mochila rota de los años felices.
Fue un milagro coronar sin manos la escalera, pero conseguí llegar (aún no sé cómo).

Desde el trampolín, a tantos metros, se ve tan poco que no se siente miedo.
En el extremo de la tabla una pegatina rezaba: “¿Está usted seguro?”, y luego proseguía, pero en letra más pequeña. Y cuando me acerqué (mujer orquesta) para leerlo, me topé de bruces, con la gravedad primero y con la realidad después.
Pero esta historia es sólo para mí.
Ante la gente siempre juraré que me tiré… y de premio nada menos.
En triple pirueta mortal solté las maletas en el aire (contaré) y una vez en el agua las recogí al vuelo, cual malabarista experto.
Diré que me colgaron del cuello la medalla del segundo, que siempre será más creíble que la del primero.
Y de los puntos de sutura en la cabeza, baste decir que fue un resbalón tonto, de vuelta a casa, regresando embriagada tras la celebración de la victoria. Al fin y al cabo, no se gana una plata todos los días.
Y tú, lector burlón, que te estoy viendo, no creas que no aprendí nada de esta historia: en mi próximo salto no olvidaré llevar las gafas puestas bajo mi escafandra rosa chicle de la tienda de los chinos.



Ilustración de Jesús Bermejo

domingo, 14 de agosto de 2011

Sopas de letras "sans serif"


Llevabas paracaídas, pero no me lo dijiste.
Querías tenerme allí, tumbada en el suelo, con medio cuerpo fuera entregado al abismo, cogiéndote de una mano para que no cayeras, gritándote en silencio “¡no te vayas!”
Vi cómo se precipitaban algunas de las cosas que guardaba en los bolsillos, haciéndose más pequeñas, alejándose de mí, perdiéndose, perdiéndome.

Y caíste, con la sonrisa en los labios, victorioso.



Cuando me empuja la nostalgia, me acerco de puntillas al borde de aquel abismo donde, a falta de ti, guardo nuestras sopas de letras sans serif.
Cojo aire, salto y me sumerjo, leo y releo sin prisa. Allí no hay tiempo.
Ni siquiera es necesario respirar.

En mi última incursión recuperé la cordura, lo último que vi caer, abismo abajo, justo detrás de tu cuerpo y me doy cuenta…

Tú presionaste el play. Yo te miraba amante, agradecida.
Tú esquivabas llamaradas. Yo te rozaba las manos con dulzura.
Tú acumulabas premios y pasabas de pantalla. Yo te abrazaba fuerte, como si supiera que no podría hacerlo siempre.
Tú te llevaste el premio. Yo sonreía ingenua, conteniendo los pliegues delatores en mis labios.

Llevabas paracaídas, pero no me lo dijiste… y yo buscándote sin tregua, culpándome, maldiciendo a aquella niña que inventó la trampa que la hizo presa.
Y yo buscándote sin tregua…
Y yo buscándote…

Nunca te volví a encontrar. Me encontré yo,
en la última inmersión nocturna en nuestras sopas de letras sans serif.

Y desde entonces, cuando alguna noche tira piedras la nostalgia en mi ventana,
yo recreo aquella escena, diferente.

Te veo colgando de mi mano, a ras de suelo, gritándote en silencio “¡has de marcharte!”, dejando que te caigas para siempre.
Luego me doy media vuelta (con la sonrisa en los labios, victoriosa)
mientras susurro para mí, sin que me oigas:

Cuánto te di de más,
Cuánto te quise…
Cuánto gané sin ti,
Cuánto perdiste…

(Llevabas paracaídas…
No lo abriste.)



martes, 2 de agosto de 2011

Voy buscándote


Voy deshaciendo tus miedos con saliva
y derribando tus muros con mi aliento.

Voy abriendo cerraduras con paciencia
y rompiendo tus candados con sigilo.

Voy quemando los rastrojos de tus dudas
con mi calma mientras duermes.

Voy abriéndome camino en tu espesura
sin ninguna prisa, disfrutando.

Voy dejando que te dejes, que te abandones
a este cielo temporal, sin preguntarte.

Voy viéndote un poco más, cada vez que te miro,
y leyéndote en los ojos lo que no quieres decirme.

Voy buscándote sin tregua, aunque te escondas.

Y sé que voy a encontrarte cuando entiendas
que no hay un solo motivo para huir;
porque no tenemos nada que perder
ni razón alguna para darlo todo por perdido.



sábado, 30 de julio de 2011

No quiero olvidar. Por eso escribo.


No quiero olvidar. Por eso escribo, desde hace tanto: para retener las sensaciones y que no se escapen los escalofríos.

Quizá algún día no recuerde ni mi nombre y no me reconozca en los espejos; me falten las palabras y también el tacto que habré robado, atesorado con el tiempo.

Quizá al leerme envidie la vida de aquella que escribía, si me leo como el que lee a una extraña, y por eso no quiero dejar que pase un día sin escribir sobre ese ayer que ya ha corrido y se ha esfumado, como todos los “ayeres”, pero distinto.

Quiero dejarme aquí las risas, los gemidos aún calientes, las miradas que al devolver reflejos intimidan, asustan y estremecen; quiero ponerle las letras a las preguntas, los abrazos, a tu mano cogiéndome del brazo cuando me preparaba para huir; guardar bajo candado tu respiración sobre mi nuca, tu cuerpo entero buscándome, ya dormido, (prefiero no preguntarme si sabías que era yo…), tus besos en silencio, tus dedos reptando por mi boca y tirándome del pelo; quiero pintar la luz de los balcones diciéndonos “es real, o al menos lo parece, justo ahora”, tu cuadro en la pared, que es otro “tú”, observando, las almohadas revueltas, tu espalda y mis caricias, mi espalda con tu pecho, el suelo mojado (como siempre) y tú entregado sin brechas (como pocas veces).

No quiero olvidar. Por eso quiero dejar constancia de esta noche, porque es de ésas que me hacen sentir afortunada, y sé que llegará el día en que necesite recordarlo.



jueves, 28 de julio de 2011

La red


Como el invidente cree que el blanco es blanco, creyó aquella Penélope avistar en aquel barco a su Ulises a tal distancia que nadie habría podido distinguir entre una figura humana y un atún recién pescado.

Con prisa en corazón y manos, comenzó a zurcir entonces una tela de araña para atraparle, sin saber que él era inmune a pegamentos.

Al llegar, tras una espera que a ella le supo a siglos y a tarta de chocolate, él sonrió, y sujetó con sus manos aquella red, sin dificultad aparente, ante la sorpresa de una Penélope atónita, inocente.

Aquel Ulises asía la red con fuerza y la estiró paciente, con la serenidad del que bien sabe lo que hace, hasta que de aquella malla, otrora impenetrable, comenzaron a surgir agujeros por doquier. Al principio suficientemente grandes como para no retener un buen puñado de garbanzos para el cocido. Al final tan inmensos e insondables que se precipitaban por ellos su ilusión de mujer hecha zozobra y tras ella sus suspiros afectados de tortícolis aguda, de tanto mirar atrás, a no hace tanto…

A aquella mujer con chispas en los ojos, cuando aún no se sentía torpe al mirar los suyos. A aquel hombre, dejándose llevar, sin miedo todavía, soplando la llama de cuando en cuando para que no se apagara del todo tan temprano.

Él siguió tirando de su red, pausado pero consciente, mirándola fijamente, acogiendo el hilo entre sus brazos en un vals acompasado, como había visto hacer a su abuela para deshacer ovillos cuando le hacía vestidos, siendo niña.

Atraía aquel hilo hacia sí mismo sin respiro, ahorrándole a ella la mitad de su papel de Penélope en la historia.

Saltaban los puntos, dando saltos como felices de escaparse, pero manteniendo los dobleces que no disimulaban de qué habían formado parte.

Trazaban líneas horizontales, de izquierda a derecha y al revés, en una frenética carrera, a ritmo de vals, que la dejaba desarmada y confundida.

Quiso pensar que quien tiraba de aquel hilo era la ilusión de su hombre pensando que al final de aquel cordón la encontraría.

Cuando el último punto saltó a la nada, indefenso, comprendió que él nunca supo explicarle que no era aquél el Ulises que esperaba, más que tirando de aquel hilo hasta dejarla desnuda y sin razones.

Temblando de frío, con el cuello aún dolorido, se estremeció mientras sus pies se enredaban en su propia maraña, en la que se quedó atrapada para siempre, bailando sola el vals más triste que jamás escucharía.

Un, dos, tres... un, dos, tres... un, dos, tres...



lunes, 18 de julio de 2011

Vuelta y media


Le das una vuelta y media a la manzana
que es mi cuerpo.

Tú delante de mí, siempre, adelantado.
Por eso yo puedo verte (y hasta amarte) y tú a mí no.

Camino más lentamente, desacelero mi paso,
(no sin esfuerzo),
hasta que me sorprendes por la espalda y me acaricias,
retirando mi pelo con ternura.

Ahí quiero parar el tiempo y olvidar
que tenerte donde estás
no significa otra cosa
más que llevas otra vuelta de ventaja.



sábado, 16 de julio de 2011

Carta de una piedra en el canal de Jirones de YouTube


¡¡Estrenamos Canal de YouTube!!

JironesPoesia


Pincha en el icono en el lateral izquierdo para seguir nuestros vídeos.

Y para estrenarlo, os dejo "Carta de una piedra", una de las piezas que recité en el Orange Café en el cumpleaños de mi querida Helenita. Espero que os guste... :)


"Carta de una piedra" en el Orange Café"




jueves, 14 de julio de 2011

Todo lo que estuve a punto de decirte


Todo lo que estuve a punto de decirte
lo dibujé con mis yemas en tu piel mientras dormías.

Me declaré presa consentida
del sinsentido de tu ausencia aquí, en mi pecho.

Todo lo que me callé, lo que no dije
por si no acertaba y no me comprendías...

Todo lo que estuve a punto de contarte
no supe resumirlo, ni pintarlo,
ni convertirlo en canción de estribillo con rima sin maneras.

Lo que nunca te enseñé no lo hallarás en fotos ni en biografías.

Intenté escribir el prólogo en tu espalda,
pero ya estabas dormido y era tarde.

Volví a pecar de presumir que entenderías
todo lo que estuve a punto de decirte,
y es que en vez de presentarme... sonreí.



martes, 12 de julio de 2011

La bala de repuesto


Eres la bala de repuesto que guardo en mi recámara
(la de la reina sin reino ni trono que la mantenga quieta, tranquila).

Eres mi juego favorito de rol de mesa (de silla, de cama, de pared...)

Una sonrisa desafiante que descansa escondida
en la esquina del cajón de mi mesilla de noche,
y pasa la mayor parte del tiempo en vela, vigilante
(y la otra parte con tapones para oídos, por decoro).

Eres la mancha en el espejo desde donde me miras callado, tan seguro...

Un estribillo de los que ya no me mandas, aunque te acuerdes
(que te acuerdas, no lo dudo).

Eres el premio de consolación debajo de la tapa del yogur que me conforta
cuando otra historia se acaba, y ahí estás, perenne tú,
cayéndosete las hojas con el pasar de los días
(y los meses, y los años) que no vuelven.
Tú a lo tuyo y yo a lo mío, que nuestro nunca hubo gran cosa.

Y es que a veces extraño (masoquista) la vajilla volando sobre nuestras cabezas,
esa manera de romper papeles como si alguna vez hubieran servido para algo.

Me coloco los guantes, de vez en cuando, con ganas de retarte a un nuevo asalto
y dejar de ganes, para no perderte (demasiado pronto, al menos).

Hoy he cogido una sartén y me dan ganas de llamarte:

“Oye, ¿qué haces esta tarde? Me apetece pelearte. ¿Nos batimos?”




sábado, 9 de julio de 2011

Tahúres


El amor "sexagonal" está plagado de trampas.

Trampas, tramposos, tahúres, faroleros.
Jugadores amateurs de patata caliente creyendo que nunca explota.
Cruces de dedos, guiños, una carta que asoma por debajo de la manga.
Un órdago mal jugado, una firma falsa.

Un contrato invalidado por defectos de forma.
Un disfraz de reina de corazones.
Reglas escritas a boli con tachones.
Un comodín de más en la baraja.

Una caricia rota, anónima, (de serie),
un abrazo durmiendo que se da más por instinto que otra cosa.

Un teléfono que espera y se descarga.
Un día que pasa, y después otro (noche en medio).
Palabras mal escogidas, peor ordenadas (del otro, siempre...)

Un cockail molotov, mezcla de ganas y algo de ternura.
Una competición vendida, que no comprada…
Un Martini batido, no revuelto, con aceituna sin hueso (con el corazón vacío)
que al tercer sorbo hace perder el interés de rasgar ropas.

Cuando se roza un orgullo, nunca se gana,
y es sólo cuestión de tiempo que suceda
(lección número 2 del manual "principiantes"
que aprendí hace tanto tiempo que siempre olvido,
aunque siempre encuentro quién me la recuerde).

[La primera es que hay verdades que escuecen más que mil mentiras,
porque no dejan lugar a los reproches.]


Que me gusta a mí jugar a lo imposible…

Y es que yo perdiendo soy de las mejores.


martes, 5 de julio de 2011

Nos confundimos


Para lo que tú me quieres,
no te hago falta yo.
Nos confundimos.

Yo a ti con un reloj parado
y tú a mí con un recreo sin timbre.

Me confundí yo, y de qué manera,
creyendo ver lazos y papel celofán rodeando tus brazos
mientras me acariciaban las piernas,
o escuchando mi vello estremecerse
de una manera inusual,
distinta.

Nos confundimos.

Sobre todo yo, que quise ver
una mirada cómplice en lo que sólo era
una sonrisa gamberra (también genial),
y en un par de “nos”, otra cosa bien distinta
al “tú” y “yo” que nos define o definía.

Me confundí yo, (de qué manera),
y tú no menos, te confundiste conmigo
y te confundes.
(Aun leyendo esto es fácil
que lo yerres).
Y aun así, te debo un “gracias”.

Pero la culpa es mía,
como la última palabra.

Para lo que tú me quieres,
yo… no te hago falta.


viernes, 24 de junio de 2011

No te creo




Escucho canciones escritas después de nosotros que me recuerdan a nosotros, a aquellos dos, cada cual peor, (sobre todo tú…)

Se me desata la sonrisa mientras me parece que me envuelven los acordes, que de repente se abren todas las flores a golpe de batería y la vida se ilumina de colores brillantes por todas partes.

Salto a bailar como la loca que soy, como si fuera la mujer más feliz del mundo, como si…

Quiero pensar (y pienso) que estas canciones también te recuerdan a aquellos dos, cada cual peor, y quisiera que supieras que no te creo.

No te creí y no esperes que te crea alguna vez, igual que yo no espero que me entiendas, ni que vuelvas tampoco.

Quiero pensar (y pienso) que te ardía la oreja por quienes te cantaban canciones comiéndose parte de la letra; que también hicieron efecto mis flechas herboladas; que siempre se te dio bien morir matando y que aprendimos tarde (sobre todo yo…) que con algunas cosas no se juega.

No te creo, pero no temas; tu secreto queda [a salvo] entre mis letras.

Prefiero creer (y creo) que cruzaste los dedos tras la espalda justo antes de dispararme… Yo lo hice.

“En el mundo genial de las cosas que digo” sigo preguntándote si subes, y tú miras a ambos lados (y cuando nadie te ve, vienes conmigo).


lunes, 20 de junio de 2011

Silueta


No me duermo.

Tumbada boca abajo acaricio la sábana como si fuera a despertarte de tu sueño o a rescatarte de lo que sea que te encierra.

Observo, con la ternura única e inigualable del que se observa a sí mismo, el movimiento cálido y frágil de mi mano jugueteando con lo que me imagino que es tu espalda... ahora tu pecho...

Entonces lanzo con efecto una mirada traviesa contra la almohada, como si me estuvieras viendo, y te sonrío.

Tengo tu silueta pintada en tiza en un lado de mi cama y la acaricio.

Esta noche no dormimos ninguna de las dos.


jueves, 16 de junio de 2011

Despistada


Cuando me pillo despistada y no me miro… te recuerdo.

Me permito, a escondidas, el echarte de menos, y me escapo al jardín para desenterrar algún recuerdo de mi lugar secreto.

Voy corriendo, sudorosa, con la adrenalina esprintando por mis venas, y una mezcla traicionera (especialidad y cortesía de la casa), entre culpabilidad por seguir necesitando la metadona de tu olvido y la tranquilidad del que encuentra el tesoro en su sitio, justo donde lo escondió, y siente así que no le falta nada.

Que todo está donde debe…, y esto es… bien enterrado bajo montañas de arena, como corresponde a lo que yace muerto, con una cruz de madera que me ayuda a encontrarlo cuando en noches como ésta, me pillo despistada, no me miro… y te recuerdo.

“Descansa en paz”, me digo yo a mí misma, ya de vuelta, sacándome la tierra de debajo de las uñas.

“Descansa en paz”, me digo, desdibujando mis huellas para sortear mi propia vigilancia… y perdonarme.

“Descansa”, susurro mientras me acuno, y me prometo nunca más volver a traicionarme.

domingo, 29 de mayo de 2011

Tengo una pregunta para ti


¿Cuántos secretos caben entre “suficiente” y “demasiado”?

¿Cómo de lejos quedan orgullo y miedo?

¿Cuántas excusas han de juntarse para evitar mirarse en el espejo?

¿Cómo bajarse de una desilusión en movimiento?

¿Quién da la vez para ver al exorcista?

¿Por qué no reciclamos el tiempo que se tira a la basura?

¿Quién da la cita para no volver?

¿Dónde se vende la paciencia?

¿Cómo se va de un “me” a un “nos” sin hacer transbordo en la estación de urgencias?

¿Por qué a veces al abrir una cremallera se cierra otra herida?

¿Dónde se hacen copias de recuerdos y retoques a color, para que parezcan vivos?

¿Por qué cuando alguien dice que se va ya se ha marchado?

¿Dónde se piden las ayudas por demencia juvenil?

¿Por qué el color de la pasión nos obliga a frenar en los semáforos?

¿Cuántos solitarios hacen falta para despistar a la soledad?

¿Dónde se apagan las ganas?

¿Por qué si me quedo quieta me mareo?

¿Por qué mi paracaídas no traía anilla de emergencia?

¿Cuándo aprenderé?

¿Dónde te escondes?


sábado, 21 de mayo de 2011

Fácil


Me gusta mucho lo fácil. ¡Cómo me gusta!

Lo que nace fácil, solo y porque sí, como el musgo con flores de colores entre adoquines de cemento.

Adoro lo que crece fácil, natural, libre, sin pensar, sin juzgarme ni juzgarte (ni juzgarnos).

Me gustan los amores salvajes (fáciles) que simplemente se cuidan; que se cuidan sin más (y sin menos, que no es poco) por propia iniciativa, sólo porque apetece regalar...

Me gustan los amores que no se educan para que sean algo de mayores, que se dejan madurar a su ritmo sin registrar con marcas en la pared lo que se van estirando, ni se limitan en su carrera como los pies vendados de las chinas, ni se dirigen, con tutores para plantas, hacia dondequiera que se nos antoje.

Me gusta sentir de forma fácil, sin preguntas.

Sueño con un amor tan fácil que me resulta más imposible que difícil encontrarlo.

Y con el paso del tiempo, me canso más fácilmente (y antes) cuando no entiendes y cuelgas un "visite nuestro bar" por ganar tiempo.

Fácil (qué fácil) me enfrío, y no hay termo, ni manta que me devuelva la temperatura. Con la misma facilidad que amo, me agoto. Fácilmente me invade la desilusión y me salen en tropel todos los suspiros que te guardaba desde la última vez, hasta que no me queda nada tuyo dentro.

Con lo fácil que es... con lo fácil que soy...

Me pregunto qué cara pondrás... cuando lo entiendas.



miércoles, 18 de mayo de 2011

Magia


Magia:

1. f. Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales.


2. f. Encanto, hechizo o atractivo de alguien o algo.

Arte o ciencia oculta… no matemática, quizá sí química, pero oculta porque se nos escapa todavía su certeza.

Ciertos actos o palabras… un roce con-sentido, una sonrisa valiente, desnuda y elocuente que a ratos se confiesa, aun con pudor y algo de miedo, pero con el alivio consolador del que piensa que todo se habrá de desdibujar al día siguiente.

Seres imaginables… lo que has querido creer que soy y yo quise creer que eras.

Resultados contrarios a las leyes naturales… ¿leyes naturales? Naturaleza sin ley. Sin pecado no hay culpables.

Encanto, hechizo… sobrenatural, extrasensorial, inesperado, diferente, superior, una subpromesa sobrecumplida, el upgrade de un paso a dos, sin avisar y quizá sin merecerlo.

Aguantar la respiración como el que cree haber atrapado la magia en sus pulmones… y, con la cara amoratada, se resiste…



martes, 3 de mayo de 2011

De menos




Mis pechos echan de menos tus burlas, y mis ojos, mirar tus ojos y tus labios.

Mi pelo echa de menos que tus manos lo enreden, y mi lengua, tu lengua.

Mi piel echa de menos tus dientes y mis dientes tu cuello.

Mis dedos echan (mucho) de menos tu cabeza, y mis oídos tu música de fondo.

Mis pulmones echan de menos el aire que me quita la risa que me sacas, y mi sonrisa, ver cómo abres la boca cuando piensas más de lo debido.

Echo de menos tu edredón, pillarte en un renuncio, derramarte el agua por el suelo, escucharte decir cosas que no entiendo...

Echo de menos algunas (bastantes, demasiadas) cosas tuyas, excepto a ti…

Para eso tendría al menos que saber quién eres…


Recital en El Búho Real 27-4-2011


Gracias, gracias, gracias, gracias...

No puedo decir otra cosa.

Gracias Darío por acordarte de mí e invitarme a tu casa (que es un poco mía, a estas alturas).

Gracias Alejandro Milohnoja por estar siempre, sin excepción, donde se te necesita.

Gracias a los que vinísteis por darme calorcito del bueno.

Y gracias a los que al ver el vídeo me estáis haciendo llegar vuestras opiniones.

Espero que lo disfrutéis, yo lo hice y mucho!!! Y cómo me pica el gusanillo siempre después de estas cosas...

¿Os he dado ya las gracias?


Sonia Bartolomé en El Búho Real


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sábado, 16 de abril de 2011

Esto es todo lo que sé


Es un sacador de sonrisas,
un provocador de carcajadas en serie.
Generador de endorfinas,
oxitocina y serotonina en vena,
(¿que para qué quiero yo más medicina?)

Tiene un tacto delicado y elegante
y una lengua dulce que acaricia
con una ternura que ya lamentablemente no se estila,
de esa que cuando me besa me estremece.

Son sus ojos dos cristales opacos, desgastados,
que no me dejan ver lo que hay detrás,
pero se encienden siempre, vivos,
si se alejan entre sí las comisuras de sus labios.

La longitud de su pelo es suficiente
(ideal, sería más exacto)
para agarrarlo fuerte como crin al galope
y aguantar bien la carrera sin tocar el suelo antes de tiempo.

(“Tú me sacas una cabeza, juntando los años, sumamos sesenta”
canta la Caramés desde mi cuarto.)


Esto es todo lo que sé por el momento
y empecé a echarme a temblar cuando sabía sólo la mitad.


martes, 12 de abril de 2011

El pingüino

 
Para que luego digan que no rimo, ahí va, en asonante. Ea, que tiene guasa hasta el dibujo. ;p


Él me regaló un pingüino
y me alegró la semana.
Me besó como hace siglos
que nadie así me besaba.

Él me regaló un pingüino.
Yo me sentí afortunada,
pero qué suerte la mía
topar con “avis” tan rara.

Yo me lo até a la muñeca
para que me acompañara.
Nos vamos juntos de shopping.
Duerme conmigo en mi cama.
Me lo llevo a Mercadona.
Salimos juntos de cañas.

Así una semana y otra, y…
al coger más confianza
me soltó con cierta sorna
“hace mucho que no llama”.



Cogí a mi amigo el pingüino
pensando en E.T. (“mi caaasaaaaa”)
y le metí en mi nevera
pa´ terminar con la guasa.

(Para guasa la del mango*
riéndose a carcajadas
hasta que cerré la puerta.
Ahora sé que no fallaba.)

No hubo tiempo a despedidas.
Ni vi cómo se marchaba.

Él me regaló un pingüino…
sólo porque le sobraba.

(*) Guiño a los fieles que tengan un ejemplar de Jirones, "El mango que ríe", pieza nº 14, página 26.


domingo, 10 de abril de 2011

Carta de una piedra

Esta danza de telas que bailamos no tiene nombre, no se llama ni se llamará nunca como ellos quieren.
Ellos, si quieren, que miren, aunque no entiendan.

Esto, que es todo lo contrario a matemático (para el que encuentre la palabra la perra gorda) termina devolviéndonos la bofetada para que aprendamos que el espacio, al final, no es infinito. No tiene forma hexagonal ni es cuadrado tampoco. Es tan redondo que ni siquiera nos queda el cobijo de una esquina donde escondernos para mirarnos... aunque no me toques.

Pero ya me conoces, y estoy loca. Lo de conformarse no va conmigo (como tú, que tampoco vienes).

Llevo un rato investigando con el cordón de un zapato, dibujando círculos sobre mi escritorio, repleto de fotos desde donde alguien me mira sin cambiar el gesto, y se devanan los sesos las yemas de mis dedos buscando alguna dimensión desconocida que permita que quepas, porque me muero de ganas por hacerte sitio.

No lo consigo. Ya no me queda nada, salvo tiempo. El tiempo es lo único que me sobra. Dicen que no es material, que no es corpóreo, pero a mí me pesa hasta doblarme la espalda este tiempo que sólo nos sirve como excusa. Este tiempo que cuento cada diez segundos como el que tira de una cuerda, mano sobre mano, sabiéndose una brazada más cerca de no sabe qué, pero con prisa.

Que no nos queda nada... si no me tocas.

Y a mí me toca ahora estarme quieta, creerme escultura, como un mimo, fingir que soy de piedra y que no lato; que no siento, que no te recuerdo ni te extraño.

Simular que soy de piedra y que no respiro, que no vivo contando el tiempo cada diez segundos como el que tira de una cuerda, mano sobre mano, sabiéndome una brazada más cerca de no sé qué... pero con prisa.



lunes, 4 de abril de 2011

Estreno

Cada semana estreno sábanas viejas en mi cama.

De vez en cuando, estreno otras camas viejas con sábanas sin fecha. (No pregunto).



Y muy de vez en muy de cuando, en contadas ocasiones, el destino me sonríe y estreno muchas más cosas del tirón.

Estreno manta en unos brazos y almohada en el pecho que me acoge.

Cosquillas en mi tripa y gemidos nuevos.

Estreno risas, carcajadas y amaneceres con frío en el Madrid antiguo que no cambio por nada.

Así, muy de vez en muy de cuando, en contadas ocasiones,
re-estreno la ilusión de ser amada sin fecha.

(No pregunto).



sábado, 2 de abril de 2011

La noche de los libros


La revista "Madrid en vivo" se hace eco de la programación de la Noche de los Libros, y... ¡ahí estamos! 27 de abril en el Búho Real (C/ Regueros 5) a las 20:00h, mini-recital ajironado

 :)

Seguiremos informando!

sábado, 26 de marzo de 2011

En ocasiones... me enamoro



En ocasiones… me enamoro. Catastróficamente, sin remedio, con los nervios de una primeriza, como si todas las veces fueran la primera.

Lo más común es que un par de razones me basten. Miento, en realidad son tres: que me altere el corazoncito para bien es top del ranking. La segunda, que me deje darle todo lo que tengo. Y la tercera que me lo devuelva de a poquitos, que de golpe y del tirón es de mal gusto.

En ocasiones… pierdo el norte porque cambio el sol de sitio por cualquiera, que tengo los marcos desgastados de cambiar fotos nuevas.

Y todas las ocasiones son distintas y especiales; todas las veces pienso “ésta es la mía”, eso es igual siempre, no cambia. Cuando se me frena la sonrisa de repente y se esfuerzan mis ojos por ver más allá mientras mi entrecejo dice “espera un momento”… ya es demasiado tarde.

No es que cualquiera pueda enamorarme, pero a veces puedo enamorarme de cualquiera, que no es lo mismo. Turnos de a uno que se dan la vez muy educados.

En ocasiones… se me va de las manos y me enamoro, como ahora.
Me he atado a la muñeca una cuerdita para saber volver a casa desde urgencias, que las migas de pan no me sirvieron las veces anteriores.

Pero esta vez, ésta… es diferente. Lo siento de forma catastrófica, sin remedio, con los nervios de una primeriza…

“¡Esta vez…. ésta… es la mía!”