martes, 6 de diciembre de 2011
Por instinto
Si supiera, al menos, qué es lo que nos une…
Si pudiera adivinar qué nos separa…
Pero se me escapan las razones tras tus ojos,
se me dispara el pulso y te abro la puerta por instinto.
Me convierto en Alicia en mi mundo del revés,
sin miedo, en mi propio cuento,
donde no puede pasarme nada malo (estás conmigo),
de aventura en travesura,
surcando las montañas de tu pecho
y provocando el oleaje en tu pelo con mis manos.
Dejo (me dejo) que me busques las cosquillas
y te acaricio, por inercia, sin control.
Libero mil carcajadas, para no explotar por dentro
de la paz que me regalas, de año en año.
Nadie como tú consigue que toque el cielo en dos segundos.
Nadie, sólo tú, me hace caer en uno solo.
Si entendiera...
Pero este cuento es mi cuento,
aunque yo no sea quien lo escribe.
Yo sólo garabateo borradores
y ensayo el papel de lista ante el espejo.
Apareces entonces (siempre), de año en año.
Yo me asomo a mi balcón, como Wendy a su ventana,
y "ahí estás, perenne tú",
con un capítulo nuevo bajo el brazo,
rompiéndome los huesos, los guiones,
y mi cuerpo ya se niega a obedecer.
Mi mano corre al cerrojo, gira el pomo presurosa.
Te abro la puerta,
por instinto,
una vez más.
(No quiero dormir. No dejes que me duerma. No me dejes...)
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