En ocasiones… me enamoro. Catastróficamente, sin remedio, con los nervios de una primeriza, como si todas las veces fueran la primera.
Lo más común es que un par de razones me basten. Miento, en realidad son tres: que me altere el corazoncito para bien es top del ranking. La segunda, que me deje darle todo lo que tengo. Y la tercera que me lo devuelva de a poquitos, que de golpe y del tirón es de mal gusto.
En ocasiones… pierdo el norte porque cambio el sol de sitio por cualquiera, que tengo los marcos desgastados de cambiar fotos nuevas.
Y todas las ocasiones son distintas y especiales; todas las veces pienso “ésta es la mía”, eso es igual siempre, no cambia. Cuando se me frena la sonrisa de repente y se esfuerzan mis ojos por ver más allá mientras mi entrecejo dice “espera un momento”… ya es demasiado tarde.
No es que cualquiera pueda enamorarme, pero a veces puedo enamorarme de cualquiera, que no es lo mismo. Turnos de a uno que se dan la vez muy educados.
En ocasiones… se me va de las manos y me enamoro, como ahora.
Me he atado a la muñeca una cuerdita para saber volver a casa desde urgencias, que las migas de pan no me sirvieron las veces anteriores.
Pero esta vez, ésta… es diferente. Lo siento de forma catastrófica, sin remedio, con los nervios de una primeriza…
“¡Esta vez…. ésta… es la mía!”
Pero esta vez, ésta… es diferente. Lo siento de forma catastrófica, sin remedio, con los nervios de una primeriza…
“¡Esta vez…. ésta… es la mía!”