lunes, 21 de noviembre de 2011
Decir adiós
Me resulta más que fácil escribir, he de admitirlo. Las palabras se agolpan en mi cabeza pero mis dedos las ordenan sin esfuerzo, como si sólo me hubieran crecido para eso.
Pero pronunciar algunas, es distinto. Las palabras se agolpan en mi cabeza, sí, pero mi lengua no es capaz de colocarlas en fila, porque ésta sólo me creció para besar.
Y aunque mi cuello nació para poder buscar la luna, a veces se despista y se me gira (como el imán de la vaca Francis con el que jugaba de pequeña en casa de mis abuelos), y me sorprendo mirando a lo que fue, observando las huellas que se pierden, los pasos que doy (que son todos y cada uno) y las formas silueteadas, difusas, de aquellos que dejé atrás; las historias que decidí que no se repitieran.
Decir adiós, pronunciar las cinco letras, nunca me resulta fácil. Me cuesta, me deja un sabor desagradable, como la nata en la boca justo en el último sorbo del café.
Pero se aprende.
No hagáis caso de mis gestos si me sorprendéis en una despedida. Quitadle importancia a las lágrimas, si es que las hay, o a mi mirada perdida llena de preguntas, porque las dejaré allí, sin respuestas, olvidadas. Obviad que tiemblo, o que mi mano busca una cara aún con ternura.
Creedme, nada más, si es que algún día me escucháis un “se acabó”, y quedaos plantados donde os pille, tierra, cemento, hierba, para que al menos pueda recordaros si a lo largo del camino, mi cuello vuelve a girarse alguna vez…
Fotografía de Pollobarba http://www.pollobarba.com
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Éste es el primero de espero que muchos experimentos. Mi amigo fotógrafo Pollobarba me propuso hace unos días inspirarnos mutuamente con imágenes y piezas. Éste es el resultado de nuestra primera colaboración. Espero que os guste.
ResponderEliminarY no, la de la foto no soy yo...
ResponderEliminar;)