Quédate,
que yo te abrigo el miedo hasta que salgan chispas en tus dudas.
Quédate hasta que llegue mañana, que se fía;
que nos sorprenda el futuro en esta cama haciendo nudo
en este “ahora” que le quita el brillo a todo lo demás.
Quédate amor, quédate, que aún queda sopa.
Quédate a vivir conmigo entre corchetes,
que yo ya te hice sitio en mis pestañas.
Quédate a mi lado, si no tienes planes.
Si te quedas, prometo mirarte siempre a quemarropa.
Quédate y salvemos lo que queda.
Quédate conmigo y te sujeto.
Rindámonos juntos a la de tres:
Un… dos… silencio…
No hay tres sin dos, y aquí solamente hay uno,
así que mejor me rindo yo primero.
Nada puedo pedirte. No es mi turno.
Sólo me está permitido mirarte a quemarropa de soslayo
y escribir en tu espalda sin que te enteres.
Una vez tú me dijiste “No te vayas”.
Ahora soy yo la que quiere que te quedes.
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