martes, 12 de abril de 2011

El pingüino

 
Para que luego digan que no rimo, ahí va, en asonante. Ea, que tiene guasa hasta el dibujo. ;p


Él me regaló un pingüino
y me alegró la semana.
Me besó como hace siglos
que nadie así me besaba.

Él me regaló un pingüino.
Yo me sentí afortunada,
pero qué suerte la mía
topar con “avis” tan rara.

Yo me lo até a la muñeca
para que me acompañara.
Nos vamos juntos de shopping.
Duerme conmigo en mi cama.
Me lo llevo a Mercadona.
Salimos juntos de cañas.

Así una semana y otra, y…
al coger más confianza
me soltó con cierta sorna
“hace mucho que no llama”.



Cogí a mi amigo el pingüino
pensando en E.T. (“mi caaasaaaaa”)
y le metí en mi nevera
pa´ terminar con la guasa.

(Para guasa la del mango*
riéndose a carcajadas
hasta que cerré la puerta.
Ahora sé que no fallaba.)

No hubo tiempo a despedidas.
Ni vi cómo se marchaba.

Él me regaló un pingüino…
sólo porque le sobraba.

(*) Guiño a los fieles que tengan un ejemplar de Jirones, "El mango que ríe", pieza nº 14, página 26.


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