Para lo que tú me quieres,
no te hago falta yo.
Nos confundimos.
Yo a ti con un reloj parado
y tú a mí con un recreo sin timbre.
Me confundí yo, y de qué manera,
creyendo ver lazos y papel celofán rodeando tus brazos
mientras me acariciaban las piernas,
o escuchando mi vello estremecerse
de una manera inusual,
distinta.
Nos confundimos.
Sobre todo yo, que quise ver
una mirada cómplice en lo que sólo era
una sonrisa gamberra (también genial),
y en un par de “nos”, otra cosa bien distinta
al “tú” y “yo” que nos define o definía.
Me confundí yo, (de qué manera),
y tú no menos, te confundiste conmigo
y te confundes.
(Aun leyendo esto es fácil
que lo yerres).
Y aun así, te debo un “gracias”.
Pero la culpa es mía,
como la última palabra.
Para lo que tú me quieres,
yo… no te hago falta.
creyendo ver lazos y papel celofán rodeando tus brazos
mientras me acariciaban las piernas,
o escuchando mi vello estremecerse
de una manera inusual,
distinta.
Nos confundimos.
Sobre todo yo, que quise ver
una mirada cómplice en lo que sólo era
una sonrisa gamberra (también genial),
y en un par de “nos”, otra cosa bien distinta
al “tú” y “yo” que nos define o definía.
Me confundí yo, (de qué manera),
y tú no menos, te confundiste conmigo
y te confundes.
(Aun leyendo esto es fácil
que lo yerres).
Y aun así, te debo un “gracias”.
Pero la culpa es mía,
como la última palabra.
Para lo que tú me quieres,
yo… no te hago falta.
"Y aun leyendo esto es fácil que lo yerres..."
ResponderEliminarY cuanto mas yerras, mas te involucras y terminas amando en el error, pero amando.........
ResponderEliminarTouché... :)
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