sábado, 20 de marzo de 2010
Des-nudo
"Deja que te des-nude", dije bajito,
y me dejó jugar a desatarle un rato,
mientras se blindaba entero de alambre
y apretaba los dientes, temeroso.
Tiene un alambre de espino por corazón
y un ovillo enredado por cabeza.
El alambre, imagino, protege algo muy valioso.
Sólo puedo suponerlo, nunca lo vi, pero hay quien dice...
A veces creo que toqué algo que podría haber sido un corazón... y me consuelo. Quizás alguien con más tiempo que yo lo encuentre un día.
El ovillo es de cuerda, de color rojo,
y hace las veces de corazón, que está de baja.
Está el ovillo llenito de nudos de todo tipo y enmarañado.
Nudos nuevos que hacen montaña sobre nudos viejos,
tan viejos que parece que siempre estuvieron donde están ahora.
Muchos nudos y muy tensos; Y se entretiene,
cuidando de sus nudos como el que tiene una mascota,
disfrazando de trabajo los tic-tases que le suenan a "solo" en su cabeza.
("No estoy solo, ¿me oís? Tengo a mis nudos").
Alambre y ovillo están saturados de trabajo y explotados.
Se barrunta una huelga, se presiente.
O una revolución, o una dimisión en grupo, todos a una.
Su corazón ya se atreve a poco
y su cabeza prefiere no saber
(cierra los ojos y los aprieta fuerte, creyendo no ser visto,
y se tapa los oídos para no escuchar verdades ni preguntas
que no sabría cómo responder).
"Deja que te des-nude", dije bajito.
Y me dejó jugar a desatarle... sólo un rato.
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