martes, 28 de diciembre de 2010

Posad, posad, malditos


Posad, posad, malditos... carnaval de máscaras de la falsa sonrisa, esconded vuestros ascos al mundo, vuestras cicatrices maquilladas, las heridas abiertas que camufláis con tiritas de colores.

Posad, posad, malditos... vestíos con armaduras de hierro que estimáis infranqueables, haceos con las lanzas más largas que seáis capaces de sostener sin derramaros para mantener distancia con el mundo y que no os roce.

Posad, posad, malditos... atajo de plañideras malcriadas bailando vuestra propia danza fúnebre, viendo pasar los días desde vuestra madriguera, maldiciendo al mismo Fausto al que adoráis.

Dobladores de moral, contables del traidor, a veces hacéis que vivir me aburra, que me canse.

Posad, si es vuestro antojo, pero dejad que yo viva con la piel desnuda, en carne viva.

Odiadme, si os complace, porque si queréis guerra, la tendréis.



martes, 21 de diciembre de 2010

Algunas veces


Algunas veces me despierto muy cansada
después de haber dormido a pierna suelta.
Dicen que soñar agota: tanta actividad en el cerebro…
(En el cerebro, dicen… donde está el alma según Eduard,
donde te escondo con llave, prisionero).

Algunas veces… me pregunto qué estarás haciendo,
pregunto si te preguntas tú qué estoy haciendo yo…

Nos imagino pensándonos al tiempo sin que nadie nos vea,
tumbados, con las manos detrás del alma,
construyendo puentes invisibles hacia el otro
a base de suspiros descosidos,
buscando sonrisas cómplices donde sólo quedan migas de pan
esparcidas al azar, que nunca llegan a ninguna parte.

Algunas veces… me parece buscarte, confundirte, aparecerte…
Te aparezco, donde está el alma según Eduard,
pareciendo yo otra cosa, menos cuerda, menos yo,
que me provoca descarada, tridente en mano,
aunque gané la batalla ya hace tanto…

Algunas veces… busco una cuerda
de la que tirar para encontrarte
o para ahogarte, según la vez.

Algunas veces…, sin más…
Algunas veces.


domingo, 19 de diciembre de 2010

Cristaleras


Siempre me gustaron las cafeterías con grandes cristaleras desde donde se puede ver sin ser visto, al abrigo de un humeante café con leche. Escaparate de la vida cotidiana, espectáculo en vivo al módico precio de 1,20.

Ambulancias con sirenas, el autobusero que conduce por automatismo mientras masca chicle y mira el reloj en su muñeca, la mujer que habla sola camino del mercado, la pareja de estudiantes que se estudian a sí mismos con cierto nerviosismo y sonrisa cómplice, el conductor que aprovecha la parada del semáforo para compadecerse de su monótona existencia...

Me impresiona y me intriga el pasar de la gente y a veces juego a adivinar cómo es su vida. No sabría establecer la proporción de miradas tristes y ojos vivos, de caminares con prisa por llegar quién sabe dónde y andares de caracol que dejan entender que no hay quien les espere en ningún sitio... Siempre se me dio bien descifrar la vida a través del movimiento.

De repente, un juego de luces traicionero hace reflejo en el cristal y me aparezco, sentada, abstraída, investigando; preguntándome qué busco, qué espero que me devuelva esta ventana desde la que me asomo al mundo a ratos.

Y aunque nunca me sorprende lo que veo, los ojos que contemplo son los únicos que se protegen y me esconden historias que no logro descifrar... ni sé si quiero...


lunes, 6 de diciembre de 2010

Soledad


Un minúsculo pedazo de polvo
de la estela de la cola de una estrella
perdida en el vacío.

Abismo.

Osa Mayor apagada. Off.
No hay rumbo:
ni dónde llegar ni cómo.

Soledad.

Detalles. Autenticidad. Dolor.

Siempre seré yo misma
(incluso equivocada).

Siempre seré yo... sola.
(Aunque seguir respirando tenga el mismo sentido
que dejar de respirar en este instante).

Abismo.

Soledad.