Sigo guardando tus cartas.
A veces paso las horas releyendo.
Me imagino que las palabras vuelan solas, bailan y se recolocan, e invento así conversaciones nuevas, como si estuvieras.
Recreo tu cara traviesa y tu mirada distinta, noto cómo me acaricias la mano como si tal cosa, como si no te dieras cuenta (disimulas,
para que yo no sepa que te importo)
... y nos reímos…
Aprovechamos entonces para hacer todas las cosas que faltaron,
para rellenar los huecos (a mi antojo).
Nos hacemos zancadillas y burlas, y nos echamos espigas en la ropa;
Nos hacemos aguadillas y echamos galletas rotas al tazón del desayuno.
Tú te comes la última onza de chocolate y yo…
juego a cambiar el canal cuando hay partido.
Nos faltó hablar del tiempo, terminar a medias crucigramas.
Se quedaron cortos los silencios envolviendo las horas en la tregua.
Nos faltaron paseos y cafés, amaneceres.
No pensamos los nombres.
No hubo flores, ni un maldito violín que me avisara…
Fueron pocas las siestas, más aún los despertares anudados con resaca.
Se me hacen, al recuerdo, cortos los besos y ligeros los abrazos,
que tan largos e intensos parecían cuando había, cuando eran…
Si lo hubiera sabido… pero nunca sabemos.
(Ni un maldito violín que me avisara…)
Ahora falta casi todo:
el aire a ratos y sobre todo el olvido (quién pudiera…)
Nos faltó un portazo o un chillido,
un mal final, de los que duelen mucho pero cicatrizan pronto.
Y aún me faltan muchas cosas que no encuentro…
Pero ¿quién quiere hablar del tiempo con extraños?
Mejor releer las cartas, y escuchar cómo aún se ríen los que fuimos.
para que yo no sepa que te importo)
... y nos reímos…
Aprovechamos entonces para hacer todas las cosas que faltaron,
para rellenar los huecos (a mi antojo).
Nos hacemos zancadillas y burlas, y nos echamos espigas en la ropa;
Nos hacemos aguadillas y echamos galletas rotas al tazón del desayuno.
Tú te comes la última onza de chocolate y yo…
juego a cambiar el canal cuando hay partido.
Nos faltó hablar del tiempo, terminar a medias crucigramas.
Se quedaron cortos los silencios envolviendo las horas en la tregua.
Nos faltaron paseos y cafés, amaneceres.
No pensamos los nombres.
No hubo flores, ni un maldito violín que me avisara…
Fueron pocas las siestas, más aún los despertares anudados con resaca.
Se me hacen, al recuerdo, cortos los besos y ligeros los abrazos,
que tan largos e intensos parecían cuando había, cuando eran…
Si lo hubiera sabido… pero nunca sabemos.
(Ni un maldito violín que me avisara…)
Ahora falta casi todo:
el aire a ratos y sobre todo el olvido (quién pudiera…)
Nos faltó un portazo o un chillido,
un mal final, de los que duelen mucho pero cicatrizan pronto.
Y aún me faltan muchas cosas que no encuentro…
Pero ¿quién quiere hablar del tiempo con extraños?
Mejor releer las cartas, y escuchar cómo aún se ríen los que fuimos.
Es dificil pasar página cuando hay un corazón de por medio. No podía ser la foto más acertada para lo que has escrito.
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