lunes, 24 de mayo de 2010

Sólo silencio


Cuando debió oírse el portazo,
sólo sonó el silencio,
que retumbó en carambola
por todas las paredes de la casa.

En lugar del portazo, sólo silencio.

Me levanté a cerrar y ya no estabas.
Empujé y empujé, mano extendida,
dejándome la muñeca en esa chapa.

Me ayudé de cadera, hombro y rencores.
Utilicé también la diplomacia.
Le pedí por favor “cierra, puertita”.
Pero no me escuchó la condenada.

En lugar del portazo, sólo silencio.

Improvisé un cerrojo con cadena.
Enjuagué las bisagras con aceite.
Cambié el pomo por una cerradura
rezando por que cambiara mi suerte.

Cambié pacientemente cada marco,
restauré la pared, el suelo, el techo…
remodelé, al final, la casa entera,
por ver si por despiste me cerraba.

La entretuve con trucos, ilusionismo,
le conté cuentos, canté nanas, chistes malos…
Cuando estaba distraída empujé fuerte
pero aún sigue sin cerrar, sin ti, sin nada...

En lugar del portazo, sólo silencio...

Yo que te abrí, ignorante, y dije “pasa”.


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