Peluchito de mamá,
quisiera haberte parido.
Haberlo hecho en una cáscara de huevo,
y verte romper,
y ser tu impronta,
tu primera impresión
de este mundo loco.
Me maúllas, ronroneas.
Sostienes el rabo recto,
tan orgullosa. (Me imitas.
Todo se pega.)
Pides mimos
sólo cuando se te antoja,
igual que los das
y me regalas besos,
con esa áspera lengua
tan distinta de la mía,
y te restriegas.
A veces ladras,
como ves que ladro yo
(nuestro lado más perro)
y enseñas el colmillo.
Pero vienes siempre
a dormir conmigo.
Siempre a darme calor.
Y me esperas para desayunar
todos los días
(pero nunca me despiertas,
por más hambrienta que estés).
Peluchito de mamá,
ovillito mío,
no quiero sobrevivirte
ni que tú me sobrevivas.
Quiero peinarte el pelo
(rubio-rosa)
que no hayas abandonado
por la casa,
marcando territorio,
y jugar contigo al escondite;
tirarte gomas del pelo
y que bailemos.
Que nos pille abrazadas
el próximo big-bang
para no sobrevivirte
ni que tú me sobrevivas
e irnos juntas.
A cuatro patas
y a dos.
Perras felices.
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