Me ofrezco como postre
de tus palabras vacías,
de tu sordera.
Regalarte se me antoja
todo lo que te ofrecí
fuera de carta,
aunque hambre siempre tuvieras
sólo la justa.
Me propongo quererte
contra ti,
ser tu paz a tu pesar,
a pesar (y contra todos)
de que no la necesites.
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