jueves, 31 de enero de 2013

Muerte al dragón


He visto a un dragón morir
entre mis manos.

Dejó de respirar y de escupir
su llama
atronadora
sin resistirse.

Se dejó ir.
Hacía tiempo ya que lo esperaba.

Decidió no mirarme,
cerró los ojos
para no reprocharme
que había fallado
yo,
que prometí cuidarle
toda la vida.

Ayer maté a un dragón.
Lo estrangulé
con estas mismas manos
que le pidieron más
y luego más
y nunca recibieron suficiente.

Me fui a la cama exhausta
(no se mata a un dragón todos los días).

Pero hoy al despertar
he tropezado
con un cascarón gigante
que latía
a los pies de mi conciencia,
donde no alcanzo.

No podía ser tan fácil…

Vuelvo a dejarlo todo
(que cada vez es menos)
por cuidarle.

No puedo no entregarme.
Me necesita.

Sólo depende de mí
que viva
o no.

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