Diez peniques
son la vuelta
del festín.
Ni más ni menos.
Sin mantel
ni servilletas.
Con mucha prisa
y más hambre,
nos saciamos.
Seguiríamos comiendo,
si no fuera
por este empacho romano
a lo francés.
Nos deboramos, bocados
de sueños en vida, ganas
de atracarnos de amor
sin masticar.
Platos vacíos no más.
Pido la cuenta
y recogemos la vuelta
ya en el suelo.
Repartimos las monedas.
Ganas tú.
Caray, que bonito.
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