viernes, 24 de marzo de 2017

La tormenta

Ayer hubo tormenta.

El viento arrancó de cuajo un árbol,
dobló un poste de luz,
arrinconó las hojas en la esquina,
se colapsaron todas las centrales,
cayó la cobertura.
Toque de queda.

La gente se encerró en sus casas,
y ocurrió:
viajaron en el tiempo.

El resto del día lo dictó la luz de fuera.
Lejos de los sujatapapeles y los timbres,
las prisas del asfalto, los anuncios…
se volvieron a encender las chimeneas.
Algunos, además, prendieron velas,
otros desempolvaron algún libro.
A alguien le dio por cantar
y a más por escucharle, en corro.

Un abuelo recordó algún cuento
y entretuvo a los niños
mientras la abuela, 
sentada en la mecedora,
mirándole como si le descubriera,
tejía unos calcetos.

Se calentaron al fuego sabrosas sopas
y casi todos hicieron el amor
(tiraron de memoria,
fue como por segunda vez
la vez primera).

Hoy ha escampado.
La radio ya funciona.
Anuncian sol.

Se van abriendo puertas.
Traen preguntas.
Vuelven la vista atrás,
hacia sus vidas.

Fruncen el entrecejo.
Suena un móvil.




Fotografía de Olivia Henry

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