Si los puntos suspensivos hablaran, quizá me contarían por qué tienes los ojos hechos piedra y la sonrisa velada.
Quizá me susurraran al oído lo que piensas y no dices, lo que dices y no sientes.
Si los puntos suspensivos hablaran por sí solos no tendría yo dónde esconderme, ni fuerzas para mirarme en otras piedras sin quebrarme.
Que sigan en suspenso nuestros puntos, porque no encuentro la forma de aprobarte.
Que sigan así, callados, por tu bien y por el mío, estos tan maltrechos puntos con los que suturo las heridas cuando se me abre algún recuerdo.
Que no se pronuncien nunca, que nos sigan dejando jugar a ser equilibristas, caminando sobre ellos de puntillas, calculando los riesgos de una caída estrepitosa. Mejor no mirar abajo. Atrás tampoco.
Que se sigan sucediendo, el uno detrás del otro, nuestros puntos suspensivos, escondiendo las verdades y las ganas hasta el infinito...
y aun después.
Eres grande Sonia... Me encantan los puntos suspensivos, en general, y estos tuyos, en particular.
ResponderEliminarUn beso graaaande
carmen.-
"..." y no digo más, pues sabes lo que dicen de ti mis suspensivos puntos, espero que resulten reconfortantes.
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