Se me ocurre que tenemos que coger el toro por los cuernos.
Dejar de mirar para otro lado, de andarnos con chiquitas (sobre todo tú).
Se me ocurre que tú y yo deberíamos tomar las riendas,
hacernos responsables de devolverle al mundo todos los besos que le faltan.
Alguien tiene que hacerlo, y quién mejor…
Deberíamos llevar besos a todas las esquinas, a todos los
portales, dejar un beso por tejado, plantarlos en los espejos de los
ascensores, en los asientos traseros de los autobuses, en el Bernabéu y en el
Calderón.
Tú y yo deberíamos regalarle un beso a cada charco, dejar,
como el que no quiere la cosa, un beso en cada bar de carretera, repartir besos
a las puertas de todos los colegios, en los juzgados, en los patios de todas
las prisiones.
Deberíamos llevar nuestros besos al Congreso, a los
fotomatones del Metro, a los jardines de infancia y a las residencias de la
tercera edad.
Besarnos en los baños de cada aeropuerto, en las bibliotecas
de las universidades, a las puertas de los templos, en los laboratorios, en el Botánico, en
Primark.
Curar el mundo con besos desde Ikea, en Lavapiés, en el Rastro
los domingos, en las barcas del Retiro, en tu cocina.
Deberíamos besarnos delante de nuestros padres y delante de nuestros
sobrinos, en la inauguración de las siguientes olimpiadas, en la pantalla de la
Súper Bowl.
Se me ocurre… No sé...
Estaba pensando en tu boca sin querer y me han entrado ganas
de salvar el mundo.
Fotografía de Josh Felise
No hay comentarios:
Publicar un comentario