Nos pasaron por encima.
Nos pisaron lo “fregao”
(que no era otra cosa que mi rastro
de saliva
al ir contigo cogidos de la mano)
por La Latina, Gran Vía, Chueca y
Tribunal,
con Pol de fondo alertando
del olor a keroseno
(me gusta más con k, de
kamikaze).
Chico, sal corriendo antes de que sea demasiado tarde.
Y obedeciste.
Y lo hicimos.
Le negamos un mundo mejor
a este mundo que se
precipitó al precipitarnos
el uno contra el otro.
Y tú te fuiste,
y yo me quedé sola precipitadamente
y sola me seguí precipitando,
y sola me seguí precipitando,
y aprendí a sobrevivir a los barrancos
hilando letras y
haciéndolas cuerda.
¿Quieres verla? Mírala.
La llevo siempre en el bolso
porque
contigo nunca se sabe,
y lo mismo te da por volver
y no tienes con qué atarme
las muñecas
a este cabecero.
Fotografía de Josh Johnson
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