Un recuerdo
al abordaje
me devuelve
mar adentro.
Lejos,
las tablas
que prometen salvación
y orillas que no paran de moverse.
No me
arrastras, pero voy.
Me hago la
muerta intentando flotar.
Se me da tan
bien que me entran ganas
de ofrecerme
a mí misma
mis propias
condolencias.
Nada.
Ni Wilson
ni un triste
tiburón
con el que
entretenerme.
Sólo sed.
Una sed canalla,
majadera,
hija de la
gran Medusa,
que no
encuentra socorro
en medio
de este mar.
Fotografía de Ruslan Shtefan
Me encanta! Y me encanta mucho la frase de la portada... El error perfecto... ¡Sigamos! Muaks!
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