lunes, 30 de abril de 2012

Bombones

¡Nuevo jirón a la carta!
Dedicado con todo mi cariño y agradecimiento a Carlota y a los alumnos de 4ºA y 4ºC de la Eso del I.E.S. Juan de Padilla en Illescas, por hacerme disfrutar tanto en su compañía.
¡La poesía está en vosotros!
:)



Una caja llenita de bombones.
Bombones frescos,
recién salidos de la fábrica de sueños
(de chocolate)
que empiezan a asomarse
y ven la luz,
las luces,
por vez primera.

Un montón de bombones en su punto,
antes poco hechos que pasados,
tiernos, tiernos.

Bombones con envoltura,
por vergüenza,
porque les cuesta desnudarse
igual que a Eva,
ahora que están aprendiendo
que hay pecados,
que también existe el mal
y que están solos.

Un puñado de ávidos bombones,
con ojos curiosos
y ganas de aprender
(no siempre lo que los demás quieren que aprendan)
y explorar
y descubrir.

Con un poco de miedo,
pero con ganas.
Entendiendo
que ya han de arroparse solos por las noches,
y que se han de inventar ya sus propias nanas.

Un cajita llena
(llenita)
de bombones
de todos los colores.

Cada uno diferente,
con sus nombre y apellidos,
y su sabor distinto
y sus sentires.

Una cajita entera de bombones
que para mí fueron los primeros,
y cuyos envoltorios guardaré
ya sabéis dónde…

domingo, 29 de abril de 2012

Muerto


Más de una vez he pensado
cómo te sentirías
si  te cuentan algún día
que me he muerto.

Esta noche, sin embargo,
soñé que el muerto eras tú
y me he puesto triste.

No se me permitiría ir a tu entierro.
No podría presentarme
como la perra loca que les contaste que soy
(a no ser que habilitaran una fila
para todas las perras locas que escondiste),
ni aparecer siquiera
para enterrar mis libros con tus restos.

No tendría sentido
transmitirle a tu familia que lo siento
y cómo, cuánto;
Que siento que ya no estés,
como sentí cuando estabas
que no te portaras bien conmigo.

Me pregunto,
de haber sabido que ibas a morir,
si me habrías dicho algo
y qué habría sido.
Quizá eligieras el silencio,
como siempre,
es más tu estilo.

Te has muerto y te has callado,
cobarde,
y eso no es del todo justo.

¿Y a mí quién va a consolarme?
¿Quién me va a ofrecer sus condolencias?
¿Quién entenderá el dolor de quien no es nadie? 

Te he matado en mi cabeza
y no me queda más remedio 
que velarte sola, en esta cama
que una vez te vio dormido,
casi muerto.

Recuerdo haber pasado una hora larga
contemplando tu perfil,
nariz y labios.
Recuerdo haber pensado
“cuando se le caiga el pelo será distinto,
pero no puede ser más perfecto,
justo ahora”.

Justo entonces,
ya ves,
cuando estabas casi muerto,
cuando mejor me trataste porque dormías
y me buscabas sin querer,
seguramente confundiéndome con otra…
Pero eso ya a quién le importa,
si estás muerto.

Creo que aunque te murieras
mi poesía maldita seguiría esperando algún “lo siento”
desde el infierno en que estés
(calentándome el sitio, espero. Sería un detalle…).

Algún mensaje extra-humano
que me confiese que sabes
que debiste quererme de otra manera,
y que ahora, ya muerto, entiendes
que ni soy una perra ni estoy loca.

¿Quién entenderá que llore? ¿¿Quién??
Si me harté de repetir
que no te quiero en mi vida.
Aunque muerto menos.

Y tú vas y te me mueres,
por fastidiar, está claro.
No debiera sorprenderme.
Seguro que has muerto adrede
para seguir quedando por encima,
aun debajo de la tierra.

Y tú,
que siempre te serviste de cualquier excusa fácil
antes de dar la cara,
te mueres y celebras orgulloso
(orgulloso y muerto)
este mortal jaque-mate que no esperaba.

Y yo,
que estoy acostumbrada a las migajas,
me consuelo pensando
que antes de morirte tú, te maté yo.

Tonta de mí,
que te lloraré dos veces
si no me muero yo antes.

Tontos los dos,
que hasta por morir primero competimos,
aunque no nos importemos ni un poquito.

Te he matado en mi cabeza
pero ya te resucito,
que te quiero lejos,
pero vivo,
aunque no te quiera nada en absoluto.

(Fotografía de J.H. Andersen )

sábado, 28 de abril de 2012

Ser o no ser, ésa es la paranoia

Ésta pieza se la dedico a mi querido Wasabi, 
y a la sonrisa que va a poner cuando la lea, 
y a su "¡bravo!"
Y un poco también a quien estará de acuerdo,
en la distancia.


Mi cuerpo es
una versión beta rara
de mí misma:
Para probarla
te descargas tú.

Soy un experimento
en fase de medicación,
un lanzamiento
en fase de cohete.

Soy una prueba en contrato laboral,
becaria voluntariosa de esta vida explotadora.

Soy, soy, soy, soy,
soy, soy, soy…
Siempre “yo soy…”

Me he convertido en polvo antes de tiempo.

Soy lo que tú esperabas encontrar
casi al final,
pero me adelanté sin saberlo
y no me reconociste
(me confundieron tus ojos
con el resto).

¡Ay! Ser tanto es muy cansado,
y ser tan mía, aburrido.
Me gustaría ser menos,
o más tuya.
Cambiar este “soy” por “somos”
y compartirme contigo
y ser más, juntos.

Probar juntos a no ser.
¿Se darían cuenta?
¿Lo notarían
si no fuéramos un día?

¡Al diablo ya con tanta tontería!
Hamlet y su calavera,
y la poesía.
Sí, la poesía también.
¿Y por qué no?
¡Al diablo Shakespeare!

¿Ser? ¿Quién dice lo que es?
Si hablamos de que parece
nos acercamos.
Y si decimos que cambia,
estamos de acuerdo.

Ahora me planto.
Se me antoja ahora no ser,
mira por dónde.

(Diantres, no sé no ser,
maldita sea…)

¡Que me da igual lo que soy!
¡Que no me importa!
¡Que ya no quiero ser más!
¡Que ser esto nada vale
si soy sola!



No me hagáis caso.
Viva Shakespeare.
Y la poesía también,
y sobre todo.

Dejaré de conjugar
(al diablo la verborrea).
Ya no lo pensaré más.

Lo que haya de ser,
que sea.

viernes, 27 de abril de 2012

A cada cual


No siempre os recuerdo con tristeza.
Casi nunca o nunca, mejor dicho.
Más bien con melancolía o con nostalgia,
a cada cual por lo suyo.

Y si no todos, sí la mayoría
me seguís sacando una sonrisa pícara,
cómplice, burlona,
como el que saborea los recuerdos

igual que el rico festín
que se regaló un buen día.

Nunca os odié. No. A ninguno.
Porque odiar es amar mal,
amar de más;
Sigue siendo un gran esfuerzo emocional
contrario a la indiferencia.

Odiar es no vivir limpio,
continuar enfadado por no haber dado aún
con la razón;
Es engañarse,
no perdonarnos a nosotros mismos,
no permitirnos sanar.

No,
yo nunca os he recordado con tristeza.
Más bien con melancolía o con nostalgia,
a cada cual por lo suyo.

Y si no todos, sí la mayoría
aún erizáis mi piel si un día os pienso,
como se eriza en plena primavera
con tan sólo imaginar un frío invierno.

Rara vez me arrepiento de haber amado.
Casi nunca o nunca, mejor dicho
(os dí lo que quise daros, porque así decidí hacerlo)
como no os guardo rencor ni me arrepiento tampoco
de despediros,
a cada cual por lo suyo.

Independientemente ya, de las razones,
o de las culpas
o el mismo destino.

Yo no le dejo espacio a los rencores.
Prefiero sonrisas pícaras
y el erizar de las pieles,
los recuerdos.

Me gusta más pensar que os elegí
y que también me elegisteis.
Agradeceros,
a cada cual por lo suyo,
la ocasión.


jueves, 26 de abril de 2012

Una nueva última vez


Intentas aparecerte.

Te estoy viendo venir,
aunque te escondas.

No llamarás a la puerta
que se quedó con tu espalda.
No lo harás.
Pero lo piensas.

Te sueñas conmigo enfrente
los dos callados,
esperando a que el primero sonría
y después sonría el otro,
como siempre.

Imaginas cómo se nos cae la ropa
de repente
y que por última vez
tratamos de solventar
como lo hicimos
todas las últimas veces anteriores.

Y sabes, como sé,
que otra vez terminaremos fracasando.

Fracasaremos adrede
dejando el espacio justo
para intentar solventar
una nueva última vez
lo que sabes (lo que sé)
que nunca solventaremos.

Intentas aparecerte.

Me haces llegar las notas
que empujan los recuerdos,
porque te llama la nostalgia
de nuestro país extraño
del revés,
donde nunca valieron las palabras
más que los sentidos;
donde los sentidos valen
solamente lo que duran.

Imaginas y sonríes
(tú solo, por el momento,
porque yo no estoy enfrente).

Y yo no quiero tenerte
ni de frente ni en mi vida.
Ni delante de mi puerta.

Ni quiero que me sonrías
porque  sólo quedaría,
una nueva última vez,
sonreírte yo después
y desnudarme.

viernes, 20 de abril de 2012

Todo cambia


Todo llega.
Todo pasa.
Todo cambia.

Llegar llega.
Llega siempre.
Y suele hacerlo a destiempo,
pronto o tarde,
por sorpresa.
Te coge desprevenido
y se hace raro.

No es como te lo esperabas:
es más
o es menos.

Llega,
pero te das cuenta cuando pasa.

Pasa (ocurre)
y también pasa
(porque vuela).

Y tampoco dura lo que esperaste
(es más,
o es menos)

Luego cambia.
Siempre cambia.
Como todo
y como todos.

Cambian los sentimientos,
y el percibir de los sentidos.
Se transforman las distancias.
El tocar se vuelve extraño.
Se van las ganas.
Los recuerdos cambian los matices.
(Ya se dicen los ojos cosas distintas.)

Todo cambia,
como cambian los actores.
Porque una obra de teatro
representada cien veces
son cien obras diferentes.

Porque cambiamos.

Y se escapa un suspiro de “no entender”
ni ya se intenta.

Porque se aprende
(que pasó)
y nos proponemos
vivir cuando esté pasando
la próxima vez que llegue.

(Y vivir mientras, también,
porque es cuando más lo esperas,
cuando más tarda.)

martes, 17 de abril de 2012

Evitémonos


Evitémonos.

Es una propuesta simple,
o lo parece.

Evitémonos por siempre.

Como tú ya estás haciendo,
pero no solo.

Hagámoslo juntos esta vez,
como en un pacto.

Evitémonos los dos, sin que se note.

Presumamos de haber sido
los que dejaron volar a las perdices,
viendo cómo se escapaban
sin hablar.

Evitemos la última mirada,
buscarnos con las manos,
sonreírnos.

Evitémonos por ley. Sin despedidas.

Incineremos las letras, los recuerdos,
y lancemos al aire sus cenizas
un día de lluvia con viento
para no tener un sitio al que volver.

Evitémonos juntos, por separado.

Y si coincidimos algún día,
en otra vida, o más probable, en el infierno,
reconozcamos ser un par de extraños
o aún mejor,
finjamos que somos dos
que se desprecian.

lunes, 16 de abril de 2012

Se nos fue


Se nos fue.
Se nos ha ido.

Se rompió.

Ya no está más.
Ya no respira.

Se nos fue y nos dejó solos
y este frío.

Ya pasó.
Ya nos pasó.

Se nos ha ido.

No prestamos atención.

Dejamos que se escapara
y se escapó.

Ya no nos encontramos
ni de frente.

Le retamos a marcharse...
y se nos fue.

lunes, 9 de abril de 2012

Si no existieran las palabras


Si no existieran las palabras
no encontrarían sitio las promesas,
ni los propósitos de enmienda
escritos en papel manchado.

Si no existieran las palabras
tampoco existirían los “te quiero”
ni los “lo siento”.

Si no existieran las palabras
nos obligarían los hechos
y los actos.

Abrazaríamos más,
besaríamos más,
cuidaríamos más
ganaríamos más tiempo
y perderíamos menos
de todo, en general.

Si no existieran las palabras
tampoco existirían las mentiras,
ni las excusas,
ni los discursos vacíos.

Habría que llenarlos con cuidado,
con respeto,
con cariño.

Si no existieran las palabras,
el silencio me habría contado lo que ahora cuenta
tiempo atrás.

miércoles, 4 de abril de 2012

A dos ruedas

 
Jirón a la carta para uno de mis frikijirones favoritos.

Gracias David, espero que te guste.

;D



Todo marchó sobre ruedas,
mientras ellas fueron cuatro
y nosotros dos.

Yo caminaba a tu lado,
midiendo el paso,
Tú me mirabas segura,
sonriente.

Éramos un buen equipo,
un tándem casi perfecto,
tú en tu bici con ruedines
y yo a pie,
muy cerca siempre,
compartiendo caminos y paisajes,
risas, abrazos y besos,
cuando me decías “te quiero”
con el pulgar
haciendo sonar el timbre
y sonreías.

Todo marchó sobre ruedas,
mientras ellas fueron cuatro
y nosotros dos.

Fue quitarte las traseras,
y me miraste asustada
presa de la gravedad que te empujaba,
cogiendo velocidad como ninguna,
bala sin frenos.

Y a dos ruedas, calle abajo,
viendo achicarse tu espalda,
muriendo el sonar del timbre
para siempre,
te perdí.

lunes, 2 de abril de 2012

Carta al mundo de una extraña


Abuela, cómo quieres que te explique que la valentía que tuvo el yayo tantas veces para luchar por aquello que quería, ahora se ha convertido en puro miedo y cobardía, que aquí se defiende antes el orgullo propio que la justicia.


Que no sabemos cultivar tomates, ni arar los campos, ni improvisar cabañas en el bosque, pero nos creemos mucho más listos porque hemos aprendido bien a engañar sin que se note.

Cómo te explico, mamá querida, que nosotros que tenemos la libertad que vosotros no tuvisteis, elegimos lo fácil, lo rápido y lo caduco. Que teniendo la suerte de que nos enseñarais a escribir, apenas leemos, y que cuando una cosa se nos rompe, buscamos otra parecida porque ni se nos pasa por la cabeza la idea (y menos las ganas) de que podemos arreglarla con cariño.

Cómo explicaros a todos los que tuvisteis sesión golfa en mi cuarto, que apenas tres entre vosotros reconocerías mis manos entre cientos, y sólo un par sabéis quién soy. Que ni os imagináis lo lejos que me sentí de casi todos, aunque a todos os di todo lo que tuve.

Cómo explicarte a ti, que aún no estás en este mundo y probablemente nunca estés, que no quiero traerte sin un padre, y con un padre cualquiera mucho menos, lo cual reduce remotamente tus posibilidades de nacer. Y sinceramente, hijo, sinceramente… no deseo este mundo para ti.

Y no penséis ninguno que me rindo, ni me acomodo ni me resigno. Yo soy feliz por defecto y con esa suerte me conformo. Y elijo vivir mi vida como la vivo, sin arrepentirme nunca de lo que hago, porque siempre, sin excepción, hago todo lo que siento, aunque me equivoque muchas veces.

Vivir como yo vivo, en mi opinión, no es ejemplar, ni criticable tampoco.

Simplemente elijo vivir la vida que me toca,
y dejo que me toque mucho,
todo el tiempo,
porque prefiero morirme desgastada.

domingo, 1 de abril de 2012

Luna (pieza nº 36 de JIRONES)



Que me sorprenda la luna.

Que te sorprenda.

Que no nos pase desapercibido su brillo,
sus manchas, su canción de cuna.

Que sigamos buscando en el mar su reflejo.

Que nunca la miremos de reojo, siempre de frente.

Que no se nos olvide.

Que no pensemos que estará siempre donde está ahora.

Que no se nos escapen las fuerzas.

Que no perdamos la ilusión.

Que me sorprenda la luna,
cada noche,
plantada en mi cabeza.



Dibujo de Celia Muñoz Carbó