viernes, 20 de abril de 2012
Todo cambia
Todo llega.
Todo pasa.
Todo cambia.
Llegar llega.
Llega siempre.
Y suele hacerlo a destiempo,
pronto o tarde,
por sorpresa.
Te coge desprevenido
y se hace raro.
No es como te lo esperabas:
es más
o es menos.
Llega,
pero te das cuenta cuando pasa.
Pasa (ocurre)
y también pasa
(porque vuela).
Y tampoco dura lo que esperaste
(es más,
o es menos)
Luego cambia.
Siempre cambia.
Como todo
y como todos.
Cambian los sentimientos,
y el percibir de los sentidos.
Se transforman las distancias.
El tocar se vuelve extraño.
Se van las ganas.
Los recuerdos cambian los matices.
(Ya se dicen los ojos cosas distintas.)
Todo cambia,
como cambian los actores.
Porque una obra de teatro
representada cien veces
son cien obras diferentes.
Porque cambiamos.
Y se escapa un suspiro de “no entender”
ni ya se intenta.
Porque se aprende
(que pasó)
y nos proponemos
vivir cuando esté pasando
la próxima vez que llegue.
(Y vivir mientras, también,
porque es cuando más lo esperas,
cuando más tarda.)
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