viernes, 27 de abril de 2012
A cada cual
No siempre os recuerdo con tristeza.
Casi nunca o nunca, mejor dicho.
Más bien con melancolía o con nostalgia,
a cada cual por lo suyo.
Y si no todos, sí la mayoría
me seguís sacando una sonrisa pícara,
cómplice, burlona,
como el que saborea los recuerdos
igual que el rico festín
que se regaló un buen día.
Nunca os odié. No. A ninguno.
Porque odiar es amar mal,
amar de más;
Sigue siendo un gran esfuerzo emocional
contrario a la indiferencia.
Odiar es no vivir limpio,
continuar enfadado por no haber dado aún
con la razón;
Es engañarse,
no perdonarnos a nosotros mismos,
no permitirnos sanar.
No,
yo nunca os he recordado con tristeza.
Más bien con melancolía o con nostalgia,
a cada cual por lo suyo.
Y si no todos, sí la mayoría
aún erizáis mi piel si un día os pienso,
como se eriza en plena primavera
con tan sólo imaginar un frío invierno.
Rara vez me arrepiento de haber amado.
Casi nunca o nunca, mejor dicho
(os dí lo que quise daros, porque así decidí hacerlo)
como no os guardo rencor ni me arrepiento tampoco
de despediros,
a cada cual por lo suyo.
Independientemente ya, de las razones,
o de las culpas
o el mismo destino.
Yo no le dejo espacio a los rencores.
Prefiero sonrisas pícaras
y el erizar de las pieles,
los recuerdos.
Me gusta más pensar que os elegí
y que también me elegisteis.
Agradeceros,
a cada cual por lo suyo,
la ocasión.
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